Por Florencia Yanniello
Repercusiones, debates y apuntes en el primer aniversario de
la catástrofe en Japón. Qué pasa en Argentina, qué dicen los especialistas y
qué posibilidades reales hay de generar una matriz energética que prescinda de
la energía nuclear. Hubo manifestaciones en el Obelisco y movilizaciones en
todo el mundo.
El accidente nuclear de Fukushima Daiichi comenzó a las
14:46 –hora de Japón– del 11 de marzo de 2011, cuando se produjo en la costa
nordeste un terremoto de 8,9 grados de intensidad en la escala de Richter. A
las 15:41 llegó el tsunami, que alcanzó a tener olas de hasta 10 metros amenazando a
toda la región del pacífico y que llegó al día siguiente a las costas de
Estados Unidos y Chile. Esto llevó a varios desperfectos, tales como fallas en
los sistemas de refrigeración, liberación de radiación al exterior y
explosiones en los edificios que albergan los reactores nucleares.
La central japonesa está situada a menos de 300 kilómetros de
Tokio y era considerada extremadamente segura. Sin embargo, el sismo inutilizó
los sistemas de refrigeración de la central y provocó explosiones en tres de
los reactores, lo que elevó peligrosamente el nivel de radiactividad.
El terremoto destruyó 11.991 hogares, provocó 269 incendios
y dañó 1.232 puntos en las carreteras del norte y este de Japón. Las
autoridades japonesas cifran en 6.405 los muertos y en 10.259 los desaparecidos
por el terremoto y el tsunami, según el último cómputo oficial facilitado por la Policía japonesa.
Las autoridades nucleares de Japón y los operadores privados
consideraban que las centrales de Fukushima I, Fukushima II, Onagawa y Tokai
podían resistir terremotos y tsunamis de máxima intensidad, sin embargo, las
estructuras, funcionamiento y dispositivos de emergencia de los reactores
colapsaron.
El jefe de la
Agencia de Seguridad Nuclear de Japón, Haruki Madarame, se
disculpó tras reconocer que las medidas de seguridad previstas en las centrales
nucleares del país en caso de desastre natural eran insuficientes.
Repercusiones del “efecto Fukushima”
La industria nuclear venía recuperando en los últimos años
algo del terreno que había perdido desde el desastre de Chernobyl, ya que
quienes defienden este tipo de energía insisten en las casi cero emisiones de
gases invernadero y en sus beneficios para enfrentar el calentamiento global.
Sin embargo, a partir de lo sucedido en la central de Fukushima se reabrió el
debate.
Este evento, tan desastroso como fuera de las previsiones y
cálculos de probabilidad estadística, conllevó a nivel mundial a reexaminar la
viabilidad de la generación nucleoeléctricas en términos de su seguridad para
las personas, el ambiente y los bienes; y a la suspensión o moratoria de
construcción de nuevas centrales, cierres de las mismas.
Cabe destacar que algunos estados muy relevantes en términos
de su desarrollo y utilización de tecnologías de generación nucleoeléctrica,
tomaron la decisión de encarar su desconexión nuclear, o desnuclearización
progresiva pero definitiva de su matriz energética. Nota completa
Nota relacionada: Quo vadis Japón: “Fukushima supera los niveles radiactivos de Chernobyl”
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