El sábado 19 de mayo se realizó en Reconquista el Primer
Encuentro de Pueblos Fumigados del Norte santafesino, organizado por el
Instituto de Cultura Popular (Incupo), el frente docente 4 de Abril, la Unión de Asambleas
Ciudadanas (UAC), y diversas agrupaciones indígenas y campesinas de la región.
La convocatoria, que fue abierta, reunió a un centenar de personas llegadas
desde los parajes rurales de los departamentos de General Obligado, 9 de Julio,
San Javier y Vera, e incluyó la participación de técnicos del Inta, de la Universidad del
Litoral y hasta de productores sojeros y fumigadores de la zona de Reconquista.
La jornada comenzó con la exposición de los casos más
notables de víctimas de las fumigaciones, que relataron los casos de llamativos
aumentos de abortos espontáneos y nacimientos con malformaciones, y de
enfermedades oncológicas, respiratorias y cutáneas, especialmente en niños,
además de repetidos perjuicios sufridos por criadores de pequeños animales
(enfermedad y muerte masiva de gallinas, patos, cerdos, perros, gatos, peces,
etc.) y el consiguiente miedo al consumo de productos de sus propias huertas
próximas a los campos fumigados.
Algunos pobladores de zonas bajas comprobaron que la muerte
de animales domésticos, lo mismo que la ruina de las plantas de jardín y de
huerta, se repetía después de cada lluvia, por lo que han debido adaptar sus
costumbres, como impedir que los niños salgan a jugar con agua durante la
lluvia o después de ella. El avance de la frontera agropecuaria y el
consiguiente aumento de las fumigaciones (las ventas de agrotóxicos pasaron de
260 millones de kg/l en 2009,
a 313 millones de kg/l en 2010, y se estiman en 400
millones de kg/l para 2011)*, que incluso comienza a extenderse a las islas del
Paraná medio, establece una especie de sitio sobre las pequeñas poblaciones y
escuelas rurales. Estas se ven expuestas y acosadas por el veneno arrojado
desde aviones o aplicado por tractores con “mosquito”, no sólo cuando son
vecinos del campo fumigado, sino también cuando el viento o el agua “derivan”
los tóxicos a grandes distancias, sin que se conozca su procedencia.
Luego de estos testimonios intervinieron los representantes
de los productores sojeros y fumigadores, quienes en algunos casos negaron la
existencia de estos problemas. Otros, en cambio, los reconocieron, pero
relativizaron los efectos o pusieron en duda que fueran causados por el inédito
aumento del volumen de venenos arrojados al ambiente. Un ingeniero agrónomo
invocó las seguridades brindadas por las autorizaciones del Senasa y de Salud
pública, y por las normas de aplicación, además de los numerosos estudios
hechos por los propios fabricantes de agrotóxicos, y destacó que cuando hay
buenas prácticas no se ven los perjuicios denunciados. En general, las
posiciones de sojeros y fumigadores
pueden sintetizarse como de absoluta confianza en el carácter inocuo de todo lo
que está permitido para el uso, respaldados en el carácter científico de los
últimos desarrollos agrotecnológicos, y recomendando la necesidad de promover
“consensos” entre fumigadores y víctimas en los casos en que no se respeten
plenamente las prácticas recomendadas.
Estas posiciones fueron respondidas por técnicos de la UNL, que cuestionaron los
criterios oficiales para calificar la peligrosidad de los venenos (“banda
verde”, “banda amarilla”, etc), y la falta de estudios científicos
desarrollados por institutos públicos (excepto el del conocido Dr. Carrasco,
del Conicet, que fuera desautorizado por el propio secretario de Ciencia y
Técnica, Lino Barañao, porque supuestamente lo hizo sin pedir permiso al
Consejo), la famosa “ausencia del Estado” tan conocida en otros sectores. Entre
los denunciantes, se argumentó que muchas veces los científicos y los técnicos,
así como las autoridades policiales, políticas o judiciales, ignoran o no le
dan entidad a sus quejas, protestas y denuncias, dado que se enfrentan a
sectores que facturan sus cosechas en cientos de miles de dólares y que por eso
mismo no vacilan en violar reglamentaciones, buenas prácticas y ajenos derechos
cuando pueden incrementar su ganancia. Nota completa
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