martes, septiembre 18, 2012

Opinión: “El ojo de Polifemo y la suerte de Narciso”, por Juan Cruz Sarmiento



Por Juan Cruz Sarmiento

La masividad de la movilización social del pasado jueves en todas, o casi todas, las ciudades del País impone la necesidad de una lectura  que sin duda debe reconocer diversos planos a los efectos de no perderse ni por las negaciones de un reduccionismo simplista que tiende a minimizar por una parte los aspectos cuantitativos de la masiva reacción social, y por otra, los aspectos cualitativos puestos de manifiesto en una variedad de reclamos, explícitos y tácitos, que se dieron a conocer, o que subyacen en buena parte de la conciencia social.

Las declaraciones posteriores de muchos referentes del oficialismo respondieron de la peor manera a ese vasto sector social que se manifestó por si mismo, sin ser convocado mas que  por el entramado silencioso de las redes sociales, que no necesitaron emerger por ningún mecanismo mediático, para ganar las calles de las ciudades argentinas. Un fenómeno comunicacional de estos tiempos al que habrá que prestarle atención por el impacto de su presencia en la vida política, social y económica del País, inexistente en otros tiempos en la historia nacional.

Desde el oficialismo se dijo que eran sectores medios, “bien vestidos”, “ricos de Callao y Santa Fe”, y tanto más, en un intento por subestimar la manifestación, y a su vez descalificarla. Tales declaraciones remiten a las desventuras de Polifemo que, según la mitología, su visión monocular solo le permitía mirarse a si mismo sin ver lo que sucedía en su entorno.

Peor aun las declaraciones del Diputado Kunkel que hizo referencia a que “las necesidades de los manifestantes no eran iguales que la de los negritos de la Matanza”.  Desafortunadas declaraciones, discriminatorias en si mismas para unos y otros, aunque en su torpeza termina reconociendo la existencia de “necesidades” en el conurbano bonaerense donde la miseria abunda.

Y esta es la peor de las respuestas, ya que, si de “ricos” se tratara no sólo  bastaría observar las declaraciones juradas del patrimonio de todos o casi todos los funcionarios nacionales y su incremento en estos años, sino también que, en la manifestación del jueves, no se vieron ni representantes de la Unión Industrial Argentina que festejaron su aniversario hace poco junto a la Presidente y aplaudieron el video de “Genia”, ni a la Sociedad Rural, ni a Osvaldo Cornide (Presidente de la Came y antiguo defensor de Videla, que también festejó con la Presidente),  ni a los Urquía, los Britos, Los Cristobal López, los Eskenazi, los Spolsky, ni a los que viven en Puerto Madero, refugio de varios funcionarios nacionales.

Y es la peor de las respuestas porque además el legítimo 54% obtenido por la Presidente en las últimas elecciones se compone sin lugar a dudas no sólo de los sectores más marginados de la sociedad sino también de amplios sectores sociales medios que el jueves se movieron en otra dirección. Y nada peor que negarlos.

Aunque a algunos les cueste reconocerlos, son parte del pueblo y la negación sólo sirve para profundizar una grieta social que no es buena para el gobierno, y menos aún para la democracia.

Los aspectos principales que se advierten de la protesta del jueves tienen que ver con el proyecto re-releccionista, con la inflación, la inseguridad, y los hechos de corrupción. Más otros que están vinculados a las restricciones de la actual coyuntura económica. Temas que sin formar parte de un modo franco y visible en la agenda oficial, están presentes todos los días en la cotidianeidad de la vida ciudadana. Esto es más allá de algunos exabruptos que siempre están presentes en toda manifestación social del color que sea, o de la ausencia de otros temas tan importantes como es la pobreza creciente y el trabajo precario que afectan a casi el 40% de la fuerza laboral activa del País. (Valga recordar que solo el 27% de esa fuerza laboral tiene Convenios Colectivos).

No se trata de desconocer algunos avances en materia social ni la reversión de viejas rémoras de los noventa (que muchos del actual equipo acompañaron), aunque fueran parciales. Buena parte del arco opositor acompañó positivamente todo aquello que fue reivindicación nacional y popular.

Se trata de auscultar dentro de si que es lo que se está haciendo mal, o lo que no se está haciendo, o lo que se pretende hacer en aras de una épica que buena parte de la sociedad no lo percibe del mismo modo.

Por otra parte, lo tácito, vale decir lo que subyace en el ánimo de la protesta social, tiene que ver con una metodología de construcción de poder que dista mucho de una metodología de construcción política contenedora y representativa (en lo social y económico), y que irrita por el autoritarismo, la soberbia, y en muchos casos el sectarismo explicito que coloca en el rol de “enemigos” a quienes definitivamente NO lo son.

No es un dato menor observar que el aprendizaje que deviene del haber recorrido casi treinta años de democracia impone conductas sociales y políticas que hacen al contenido y al sentido mismo de la vida democrática. En tal contexto hay nuevos sujetos sociales que se han incorporado sin llevar sobre sus hombros el peso de viejos desastres dictatoriales y  que demandan una resignificación de sus protagonismos.

En este marco, la contradicción principal de estos tiempos parecería situarse en la resolución de la continuidad del modelo oficial que sin reforma constitucional pareciera no tener salida, y la continuidad de un sistema democrático cuya vigencia no se encuentra amenazada. Reforma Constitucional que si se planteara estrictamente para recuperar derechos soberanos (económicos, sociales y políticos, como el que proponía el artículo 40 de la Constitución del 49, entre otros), y no para amoldarla a un objetivo re-releccionista, encontraría sin duda, vastos apoyos populares.

Lo cierto es que así como no se puede “comer con seis pesos”, o que no se puede creer a un Indec que miente, o que la corrupción no se investiga ni se sanciona, o que la inseguridad es una sensación, tampoco es posible aceptar que por exceso de personalismo el actual modelo carezca de una sucesión representativa y organizada.
Con la movilización del jueves han crujido las bisagras de esta etapa. Habrá que ver de donde surge su representación política. Si del propio oficialismo con capacidad de mirar con los dos ojos, o de una oposición ausente a la que le cuesta recuperar iniciativa.

Es necesario tomar nota. De lo contrario puede ocurrir lo mismo que le sucedió a Narciso que por no poder deshacer su propia imagen de la que se había enamorado, murió de sed.


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