martes, enero 29, 2013

“Butch Cassidy y Sundance Kid cercados en la Patagonia argentina”, por Juan Gasparini



Por Juan Gasparini *

Parece que nadie es dueño de las seis hectáreas donde hace más de un siglo se construyeran las cabañas de los famosos bandoleros estadounidense, en los confines australes de Argentina. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aprobó hace casi 8 años un préstamo para convertirlas en un atractivo turístico, proyecto supuestamente estancado por la ausencia de documentos de propiedad sobre esa parcela todavía sin nombre, herencia de un conflicto de cinco décadas, que enredara a poseedores del predio y sus titulares formales. Historiadores y periodistas nacionales y extranjeros continúan aguardando que el proyecto se lleve a cabo.

Las únicas pruebas materiales que perduran de la impronta sudamericana reflejada por los personajes que Paul Newman (Butch Cassidy) y Robert Redford (Sundance Kid) protagonizaran en el cine, dan la impresión de hundirse en la sequía de un ignoto paraje en las inmediaciones de Cholila, a los pies de la cordillera de los Andes. En dicha ciudad se esperan miles de personas convocadas por la tradicional fiesta del asado los próximos 1, 2 y 3 de febrero 2013, referencia de la mejor carne argentina. Quienes acudan podrán constatar el estado lamentable de las viviendas de los conocidos pistoleros venidos del lejano oeste norteamericano, antes que reemprendieran la fuga más de cien años atrás cuando se reanimara el peligro de la represión, cayendo posteriormente bajo las balas en Bolivia.

La desconsideración por la herencia ancestral de la provincia de Chubut fue puesta de manifiesto hace unos pocos días por el gobernador Martin Buzzi, cuando ordenó el cierre de La Trochita, el tren a vapor que continua marchando para el turismo, sumado al despido a seis trabajadores, medidas que fueron anuladas por la importante movilización popular en Esquel, y ante inminencia de una huelga ferroviaria nacional. Nadie cifra esperanzas que en los tres años de mandato que le faltan cumplir a Buzzi, se realice la idea de erigir un emplazamiento de acogida para los turistas que busquen familiarizarse con los restos de las viejas cabañas de Butch y Sundance debidamente restauradas. Tres gobernadores precedentes a Buzzi (Carlos Maestro, José Luis Lizurume y Mario Das Neves) y el intendente de Cholila, Miguel Castro, han desdeñado el proyecto, gestado hace dos décadas.

"Es increíble, un banco quiere financiar la preservación del sitio en el que vivieran los más peligrosos ladrones de bancos del far west, y misteriosamente no se concreta", lamenta Inés Mirta Toti Cea, descendiente de chilenos vecinos de los temerarios forajidos, quienes entre 1901 y 1905 residieran en el agreste norte de Chubut, bajo las falsas identidades de Santiago Ryan y Enrique Place. Los acompañaba Ethel Place, oficialmente la esposa de Sundance Kid, presunta mujer en concordia del triángulo amoroso, versión acreditada por el periodista ingles Bruce Chatwin, e insinuada por Katherine Ross durante la película que dirigiera George Roy Hill en 1969. Bella y de notable puntería, amazona, revindicaba una formación de maestra escolar, trasmite Victorina Toly Acheritobehere, familiar del extinto Vicente Calderón, incorporado al vecindario luego de la partida de los audaces pistoleros. (1)

Los tres jóvenes adultos desembarcaron en Buenos Aires procedentes de Nueva York en marzo de 1901. Debieron sentirse atraídos por los avisos aparecidos en diarios estadounidenses sobre la posibilidad de obtener tierras para quienes se radicaran a poblar aquel extremo sur, fechas en que la prestigiosa revista National Geographic publicaba artículos sobre la Patagonia. O acaso los influenció las noticias que circulaban entre las colonias galesas desplegadas en los dos países, y los trascendidos de la corriente migratoria norteamericana a la Argentina que fluyera desde la segunda mitad del siglo XIX. Por cierto, los dos hombres iniciaron los trámites para que el Estado les adjudicara dos mil quinientas hectáreas en un valle de la franja precordillerana de Chubut, cerca de la ciudad de Cholila, mientras la Corona de Inglaterra laudaba la disputa de las fronteras con Chile. Remarcables vaqueros y conocedores de las faenas ganaderas, se dedicaron a la crianza de vacunos y lanares, encajándole al legado de un tío la fortuna que trajeran consigo, un millón y medio de dólares al cambio presente, botín de los atracos que jalonaran los antecedentes de la pandilla salvaje, que lideraran para asolar los Estados Unidos. (2)

Nieta de Manuel José Cea, quien frecuentara a los delincuentes que sigilosamente rehacían su existencia como insospechables rancheros, e hija del fallecido Raúl Víctor Cea, distinguido vocero de la memoria oral de la zona, Toti prepara la edición de las memorias de su padre. Las evoca en un tono pausado y didáctico, al amparo del centenario molino de trigo que asoma en la cabecera de sus campos, bajo las inclemencias del escándalo climático, azotados por vientos fríos, en la crudeza de un destemplado verano. Ha recopilado textos, fotos y mapas, de los cuales una muestra podía verse en el restaurante (parrilla) Butch Cassidy que poseía hasta que cerrara hace un año en las inmediaciones del escondite de los bandidos yanquis, cuando ellos intentaran redimirse ocupándose de faenas rurales.

De sus dos cabañas erigidas con maderas de ciprés horizontalmente encastradas, hoy queda una sola en pie, inicialmente de tres habitaciones, destinada a la pareja de Enrique y Ethel Place, y dos construcciones de un solo ambiente, agregadas ulteriormente por los habitantes que los sucedieron, todo a la sombra de álamos y saucos. Los planos elaborados por el arquitecto Ramiro Porcel de Peralta, dictados por Cea en septiembre de 2001, testimonian de corrales y caballerizas que cubría de un ataque frontal y por el flanco izquierdo, vinculados por un túnel con el río Blanco, en el cual confluye un arroyo, que se interponían si los agredían por detrás y por el flanco derecho, también susceptible vía de escape fluvial hacia los lagos, bosques y montañas. "Sus cabezas estaban a precio y no solo temían que los atraparan los cazadores de recompensas; no hay que olvidar tampoco que en aquella época había mucho cuatrerismo y criminales que mataban y se llevaba los animales a tiros", reseña Toti Cea. Nota completa

* @juangasparini, desde Cholila, provincia de Chubut, Argentina, enero de 2013.



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