jueves, enero 10, 2013

Chaco: la policía empaladora de Capitanich



Por Diego Rojas para Plazademayo.com

Denunció haber sido abusado con el palo de una escoba este fin de año en una comisaría. Otras denuncias. Las causas.

¡Acá no existen los derechos humanos!”. Esas fueron las palabras que el oficial Abel Gómez dijo a Daniela Romero cuando reclamaba en la comisaría 4º de la ciudad de Resistencia por los golpes que había recibido su hermano. César Romero había sido detenido sin causa y a las patadas mientras estaba parado frente a la puerta del almacén de su cuadra en el barrio Cien Viviendas, perteneciente al plan Fonavi, donde vive. Su hermana Daniela terminó también detenida por insistir con sus reclamos. A César los policías torturaron al punto de introducirle el palo de una escoba en el ano. Los hermanos Romero tienen ambos causas penales abiertas por resistencia a la autoridad. Todo esto sucedió este fin de año en una comisaría del Chaco aunque la violencia y la falta de respeto a las leyes parecen ser una práctica común en la policía de la provincia dirigida por el kirchnerista Jorge Capitanich.

“Del patrullero bajaron dos policías, uno de ellos el oficial Gómez. Me preguntaron qué estaba haciendo, les dije que nada. Entonces me tomaron del brazo, lo torcieron y me metieron al auto”. Así relató César Romero al diario Norte el comienzo de la tremenda odisea que comenzó a vivir el último 30 de diciembre. Romero se disculpó con este medio por encontrarse agotado física y mentalmente luego de los exámenes médicos a los que se sometió para comprobar los vejámenes y la tortura ejercidos por la policía y remitió a estas declaraciones. “A mí ni bien me avisaron fui hasta la comisaría para preguntar por mi hermano, por qué se lo habían llevado –cuenta a plazademayo.com Daniela Romero, militante del Movimiento 20 de Diciembre–. Allí me dijeron que estaba muy borracho y con estupefacientes, entonces les pedí que lo lleváramos al hospital para desintoxicarlo, pero se negaron. ‘Va a tener que esperar a que lo liberen’, me dijeron. ‘Pero tiene derecho a ser visto por los médicos’, les dije, pero uno me interrumpió: ‘Acá no corre eso de los derechos’”. Daniela estaba preocupada porque su hermano había tenido antecedentes de consumo de drogas y temía alguna consecuencia médica, e insistió con llevarlo al hospital. La hermana del detenido señala que entonces fue Gómez, a quien los Romero conocen por ser vecino de su barrio, quien respondió: “No voy a hacer nada, los drogadictos tienen que morir porque son todos una lacra”.

Según su relato, Daniela exigió que le tomen declaración para dejar constancia de su pedido de llevar al hospital a su hermano, a lo que los policías accedieron. Dada la contigüidad de las celdas, César escuchó su voz y le gritó: “Daniela, sacame de acá, me golpearon, ayudame”.

–Entonces empecé a preguntar qué le habían hecho, les empecé a gritar que lo quería ver, que me dejaran verlo –relata Daniela–. Un policía me dijo: ‘Mandate a mudar porque te voy a meter presa a vos también’. ‘Pero no pueden actuar así, tienen que respetar los derechos humanos’, les dije. ‘¡Acá no existen los derechos humanos!’, me contestó a los gritos Gómez. Entonces yo seguí gritándoles y ahí me patearon en los tobillos, me pegaron una piña en el ojo y me arrastraron por la cocina de la comisaría. Me sacaron al patio y ahí me sentaron en una silla y me esposaron. ‘Mirá lo que le voy a hacer a tu hermano’, dijo un policía. Entonces entraron a la celda y escuché cómo le pegaban y sus gritos”.

Daniela pudo salir de la comisaría a las cuatro de la mañana. Sus manos se habían hinchado por las esposas, le pidió a un policía que se las quitara y accedió. Cuando nadie la veía pudo sacar un celular que tenía en un bolsillo y llamó a una abogada que tenía en su agenda debido a su militancia política y social. “Cuando me vio sin esposas, Gómez gritó: ‘¿Quién le sacó las esposas a la mujer esta?’. Me las pusieron de vuelta, pero antes Gómez me fajó otra vez”. La abogada acudió a la comisaría y logró que liberen de Daniela Romero. Era la madrugada del 31 de diciembre. Pero adentro de la comisaría no había terminado la cuestión.

Este es el relato que hizo César para el diario Norte: “No recuerdo qué hora era, pero seguramente era de madrugada. Entraron en la celda cinco policías, que me tomaron de los pelos y me arrastraron por el piso hasta la cocina. Ahí me sacaron la ropa y me dieron vuelta los brazos para esposarme. Me dejaron boca abajo en el piso. Un policía me pisó la cabeza para que no pudiera mirarlos. Se reían. Agarraron un lampazo y le sacaron el palo. Yo forcejeaba e intentaba darme vuelta y otro agente me pegó con la culata de la escopeta”. Entonces le introdujeron el palo de madera.

“Acá se vienen repitiendo una serie de hechos en el proceder de la policía que incluyen golpes y torturas –señala el abogado Marcelino Leiva, que representa a los hermanos Romero–. Es un comportamiento que se repite frente a cualquier detención, incluso por causas meramente contravencionales”. Sobre el caso de los hermanos, el abogado afirma: “Este es un caso aberrante. A los dos los han denunciado por ‘resistencia a la autoridad’. Ese es un eufemismo que usan siempre para ocultar sus golpes y sus torturas y que parezcan como respuestas frente a desequilibrios de los presos. Es un método recurrente por parte de la policía. En este caso las cosas no quedan en el silencio porque la chica es una militante, conoce sus derechos y está dispuesta a defenderlos, al igual que los de su hermano. Cuando me enteré de la detención me hice presente en la comisaría y exigí que se llevara al detenido a prestar testimonio en la fiscalía. Eso hicieron. El muchacho declaró, negando los cargos de resistencia a la autoridad. Cuando la secretaria del fiscal le preguntó si quería agregar algo más, se quebró. Comenzó a llorar y en ese momento manifestó esos hechos aberrantes. Yo quedé consternado ante la brutalidad a la que había sido sometido: había sido abusado con un palo de escoba. El fiscal quedó pasmado. Todo esto está en el expediente”. Notacompleta


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