La comunidad Huayquillán que se opone a los proyectos en el
volcán. Foto: Lina Etchesuri
Por La Vaca
El alerta rojo por la actividad eruptiva en el volcán
Copahue de Neuquén, y la evacuación de 800 vecinos de la cercana Caviahue (del
lado argentino) y más de 2.500 (del lado chileno), ponen a la luz a toda una
comunidad y pueblos originarios mapuche
que rechazan proyectos de explotación geotérmica en la zona para
alimentar de energía a las mineras. El lonko Pedro Huayquillán incluso viajó a
Buenos Aires para entrevistarse con el ingeniero Alberto Levy, del Banco
Interamericano de Desarrollo. Le explicó que la comunidad considera al volcán
un ser vivo, y que no permitiría que se haga el proyecto. Los enviados de la
revista Mu viajaron a Caviahue, subieron al Copahue y hablaron con vecinos de
la localidad y con las comunidades mapuche.
Aquí el saldo de esa investigación, cuando el volcán recién se estaba
despertando.
La defensa del volcán Copahue en Neuquén
Las comunidades mapuches y las asambleas de vecinos de
Copahue y Caviahue salieron a defender al volcán amenazado por un proyecto
geotérmico que busca abastecer de energía a la minería a cielo abierto. Las erupciones,
la reunión con el BID, un encuentro con los ancianos, y datos sobre cómo el
progreso puede ser un fracaso.
En la comunidad mapuche Huayquillán los ancianos se
reunieron y me contaron que el volcán es un ser vivo, un espíritu. Poco después
el abogado de la comunidad agregó: “Es una creencia cultural que hay que
respetar, así como los mapuches respetan al pueblo cristiano que cree en
ángeles, o que Jesús nació de una virgen que murió y se fue volando al cielo”.
He tenido la inquietante ventaja de haber sido formado y
educado; o sea: vivo confundido. El aeromodelismo evangélico nunca me resultó
lógico, el racionalismo moderno tampoco (aunque es otra creencia respetable).
No tengo carnet indigenista, ecologista, ni ambientalista. Pero después de una
marcha de 3 horas volcán arriba, con las piernas temblando por el esfuerzo, los
pulmones aullando por aire, perfumado de azufre, transpirando en medio de un
viento helado a 2.600
metros de altura, la piel roja por el sol y su reflejo
de hielo, con la sangre y el corazón y el asombro alborotados, y la mente
blanca como la nieve junto al cráter humeante del volcán Copahue, empecé a
percibir a qué se referían los ancianos: creo que hablaban del futuro.
Un mapuche en el BID
Con la convicción de que agujerear una zona volcánica y
periglacial, sin siquiera consultar a la comunidad local, es una iniciativa un
tanto extravagante, Pedro Huayquillán, el lonko de la comunidad que lleva el
apellido de su familia, escaló el 25 de octubre su propia cuesta hasta el piso
19 de la calle Esmeralda al 100 en un artefacto llamado ascensor. En ese paraje
funciona la sede del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Huayquillán había llegado a Buenos Aires desde Neuquén
acompañado por dos miembros de la
Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Caviahue, Adrián Tata
González y Paula Kubli, y por el abogado de la comunidad, el doctor Cristian
Hendrickse. Habían hecho una colecta entre los vecinos para pagar los pasajes
en avión, más baratos que el colectivo.
Dice el lonko Pedro: “El gobierno de Neuquén anunció la
construcción de una planta geotérmica en la zona del Copahue. Sería una ofensa
muy grande porque estarían castigando al volcán, que para nosotros es un
pillán, un espíritu, un ser vivo. Si permitimos eso, vamos a ser responsables
de no defenderlo. Queremos que el volcán sea libre. La comunidad decidió no
permitir que se haga ese trabajo”.
El gobierno neuquino viene redoblando, desde marzo, el
anuncio de que la obra en Copahue es irreversible, con una inversión de 134
millones de dólares de los cuales el 70% seria aportado por el BID. Por esos
días el volcán, tranquilo desde hace 12 años, empezó a humear. Nota completa
Nota relacionada: Sernageomin: Posible erupción del Copahue sería de pequeña a mediana
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