Por Cátedra Abierta de Género
Foto: Diario Jornada
“Clausura en Trelew: un VIP menos” señala hoy el Diario
Jornada de Trelew. Bien podríamos creer que se trata de una nota informativa,
pero reúne una pléyade de prejuicios y preconceptos que no permitiremos que
sean naturalizados o pasen inadvertidos. La fotografía de la nota en la que
podemos observar a cuatro armados varones contrasta con la fragilidad de una
mujer a la que se le cubre el rostro y prácticamente se la empuja hacia la
cámara, lo que no termina de corresponderse con el texto de la nota, ya que
bien podemos preguntarnos por el destino del cliente al que se alude.
Ya en el copete de la
nota hay referencia a cuatro mujeres: dos dominicanas. El valor discriminatorio
y xenófobo de la afirmación resulta inadjetivable. El tinte falsamente
moralizante se advierte en la descripción de la tarea de inteligencia de la
fuerza aludiendo “a la clara infracción a las leyes vigentes” ¿por parte de
quién, del cliente? Obviamente no. Es interesante porque en el párrafo
siguiente, después de referirse a “la ley” se refiere a una orden de
allanamiento de un Juez de Faltas de la Municipalidad de
Trelew.
La vivienda fotografiada realmente pareciera estar bastante
distante de “un departamento VIP”, pero donde el cronista desnuda toda su
ignorancia es al aludir a que las mujeres involucradas “ejercían la profesión
más antigua de la historia”. Una vez más el cronista empuja al lector en
apreciaciones demasiado próximas al higienismo, o aún a la inquisición que de
santa no ha tenido nada.
Aludir a “la faena sexual” ya despoja de cualquier reparo o
consideración de las mujeres involucradas, pero sin embargo no se refiere al
traslado o detención del cliente ni se pregunta por los dueños del local.
Nuestra sociedad se debe una buena discusión en torno a la prostitución, pero
no solamente sobre el emergente que pueden representar quienes la ejercen, sino
que debiera ampliarse a quienes la consumen y a quienes la administran en
complicidad con los distintos poderes. Pareciera que al permanecer en libertad
frustran la voluntad paternalista del censor.
Obviamente en situaciones de explotación es bastante lógico
que haya sumas considerables de dinero, pero lo que debiera el periodista
celebrar es que por lo menos los preservativos son abundantes. La hipocresía de
asombrarse frente a la publicidad de los servicios ofrecidos ofende a quienes
todos los días en la calle arrancamos los pequeños avisos conteniendo nombres
de fantasía y números de teléfonos celulares que están pegados en teléfonos,
paradas de colectivos… sin hacer referencia a otras formas de promoción en
redes sociales que resultan algo más sofisticadas.
La denuncia en torno a la venta de alcohol bien pareciera
remitirnos a documentos de las primeras décadas del siglo pasado, especialmente
al situar en la noche y la oscuridad la práctica hipócritamente estigmatizada.
Sin embargo donde se expresa sin eufemismo el carácter
retrógrado y reaccionario es cuando se destaca que la tarea “es preventiva en
resguardo de la salud de la población”, debiera decir, de los sectores
misóginos que se sienten en riesgo por la prostitución. Vincular tan
livianamente al narcotráfico, con el consumo de drogas es por lo menos
irresponsable, especialmente cuando no se desprende de la información ningún
dato que avale lo afirmado. Resulta irritante que todavía no se asuma
colectivamente la responsabilidad frente a los riesgos que para las mujeres
involucradas supone. Para el autor, muy livianamente se vincula a una de estas
jóvenes con el delito.
Es evidente que además de leyes, para hacer de esta una
buena sociedad, se necesita un cambio profundo de las prácticas, las nociones,
las creencias y los discursos que siguen abonando la misoginia, el machismo, el
racismo y la hipocresía.
Nota relacionada: Clausura en Trelew: un VIP menos
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