Fuente: Ministerio Público Fiscal Trelew
El Ministerio Público Fiscal, representado por los fiscales
generales María Tolomei y Arnaldo Maza, y la querella de la familia víctima, a
través de los defensores públicos, Germán Kexel y Sergio Rey, presentaron como
acusadores la impugnación de la sentencia emitida por el tribunal de
enjuiciamiento, que absolvió a cinco efectivos policiales que habían sido
acusados por los hechos denunciados en el mes de enero de 2012 en dependencias
de la seccional segunda de Trelew.
El juicio oral se
desarrolló en el sexto piso de los tribunales de Trelew, leyéndose el veredicto
el día 26 de abril del corriente año, por el cuerpo colegiado integrado por los
jueces Ivana González, Darío Arguiano y Adrián Barrios, quienes luego dieron a
conocer los fundamentos de la sentencia emitida.
Analizada la misma,
los acusadores observaron la posibilidad de impugnación, la que fue elevada al
Superior Tribunal de Justicia en los términos previstos por las normas
vigentes.
Síntesis de impugnación
Si bien la fiscalía
y la querella presentaron sendos escritos por cada una de las partes, una
síntesis de los escritos permite establecer los parámetros en que se basaron
para efectuar la respectiva elevación al órgano superior que ahora deberá
decidir al respecto.
En ese marco, los
acusadores expresan que los jueces tomaron una decisión y utilizaron la
fragmentación, la omisión de prueba esencial, la tergiversación de prueba, la
utilización de prueba no incorporada legalmente a juicio, como método para
justificar esa decisión. Esto es netamente decisionismo judicial.
En el juicio se probó y no fue discutido ni rebatido –ni por
los defensores ni por los jueces- que un
chico de 16 años, que había salido a bailar con la novia y unos amigos, que no
tenía ningún tipo de antecedente, que nunca había pisado una comisaría, que no
tenía ninguna clase de motivo en contra de algún policía o de la policía en
general, que trabajaba 8 horas por día, que era un disciplinado deportista, que
vivía con sus padres y un hermano casado, que era querido por su familia y
amigos, que no había tenido ni tenía conflictos con nadie, que era alegre, que
no tenía ninguna patología de personalidad fabuladora, que se exponía
públicamente al decirlo con un hecho que lo avergonzaba, que tenía todo para
perder y nada para ganar al decir que había sido víctima de este hecho …, ese
joven denunció que el 18 de enero del año pasado, cuando estaban llegando a su
casa, él, su novia y un amigo, cerca de las 7 de la mañana, tras haber tenido
un incidente con el conductor de una camioneta Trafic, había sido aprehendido
por policías en la puerta de acceso a su vivienda, arrancado a los golpes de la
reja mientras llamaba a los gritos a su madre, introducido en un patrullero con
la cabeza baja, llevado hasta la Comisaría Segunda, “alojado” allí en un pasillo
–que luego supimos era el pasillo ubicado entre la zona de calabozos y la Cuadra del personal- en
donde le habían seguido golpeando entre varios, que había sido levantado por un
policía grandote y metido en una zona oscura que tenía puerta de rejas –la zona
de calabozos- en donde entre varios, lo habían puesto contra la pared, le
habían bajado los pantalones y el calzoncillo y le habían introducido un bastón
tipo tonfa en el ano, reiteradas veces. Después de esto, lo habían llevado
entre dos policías nuevamente hasta el pasillo, en donde lo habían dejado
tirado y le habían arrojado agua.
En el juicio se probó y no fue discutido ni rebatido –ni por
los defensores ni por los jueces- que
desde el ingreso a la
Comisaría (7.08 hs.) hasta la entrega a su madre (8.10 hs.
aproximadamente), había pasado sin ningún motivo que justificara la demora, una
hora entera, lapso durante el cual, su madre, su hermano, su novia y la mujer
de su hermano, estaban en la sala de Guardia de la Comisaría reclamando por
la entrega del menor. Nota completa
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