domingo, agosto 04, 2013

Elecciones 2013: “¿Cuánto pesan las temáticas provinciales y las nacionales a la hora de votar?”



Por Jorge Oriola *

Me refiero a los temas de interés local, zonal y provincial, por un lado, y a los grandes temas nacionales, por otro. Repasando los spots de campaña en la tv para estas PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), vemos que los pocos eslóganes con medidas o subtemas económicos y políticos son del nivel nacional. Otros abordan una generalidad demasiado vaga: rostros y breves currículos de vida de los candidatos, sonrisas, abrazos, aparición de mucha gente común, figuras muy conocidas, sentimientos de bonanza o de rechazo y varios etc. más.

En las generales, al elegir legisladores y ejecutivo provinciales, es obvio que las ofertas electorales deben estar en función de las demandas y los intereses de los ciudadanos y habitantes de cada provincia, aunque siempre se combinan con la continuidad o rechazo al gobierno nacional porque si bien este país tiene una Constitución federal la política está demasiado centralizada. Dios, decía un poeta y cantor, está en todas partes pero atiende en Buenos Aires. En éstas de 2013, nacionales (aunque en algunas pocas provincias se eligen otros niveles), parece que se juega más esa continuidad o rechazo al modelo o proyecto oficial que la posibilidad concreta de ubicar en el Congreso nacional un representante del pueblo que logre defender determinadas demandas locales o regionales, o bien articular con otras regiones o provincias nuevas medidas que beneficien (teóricamente) al conjunto de la base de la jurisdicción.

¿Cuánto podrán pesar en las decisiones electorales y en las ofertas de los candidatos las temáticas regionales que más interesa al conjunto de la población o a determinados segmentos sociales o zonales? Pongamos por ejemplo la cuestión de la minería, la megaminería, la extracción de gas y petróleo en general, la metodología de la fractura hidráulica en particular, la pesca y los bosques, la falta o radicación de industrias, la presencia del Estado nacional como protección general y la obra pública y el turismo para fortalecer empleos directos, temas generales que nos son comunes a los habitantes patagónicos. ¿Qué posturas asumen unos y otros candidatos, partidos y frentes? ¿Qué historial tiene cada uno o una como para tener alguna base de credibilidad, algo de optimismo o simplemente de desconfianza? ¿Qué grado de participación han tenido los pobladores y sus diversas asociaciones o agrupamientos de todo tipo en la elaboración de propuestas? ¿Cómo ha sido la elección de los candidatos en cada caso?

No estoy seguro que todos los electores anclen sus decisiones en ese tipo de preguntas. Es posible que la verticalidad de las promociones terminen arrastrando votos hacia tales o cuales candidatos a partir de un sentimiento que en gran medida los medios de prensa –aunque no sólo ellos- han impuesto: apoyar o votar en contra de un proyecto o modelo oficial a nivel nacional. Es real que profundizar en esas posturas y análisis de más arriba supone como mínimo un acercamiento al pensamiento crítico, tan devaluado hoy, especialmente bombardeado desde los mensajes mediáticos. Pero también es cierto que en líneas generales se juega una disputa entre la continuidad de un modelo neo-desarrollista (con mucho de neo-keynessiano y algo de neoliberal) con partes de estado benefactor protector y re-distributivo y un modelo que apunta más a la libertad de mercados, a un estado menos presente, menos regulador o interventor, especialmente en la economía. De allí que los mensajes, aún de los representantes provinciales, apunten a afirmar o rechazar la política oficial nacional y en particular a la presidenta.

En este orden de asuntos, nacionales, generales, unos van por más de lo que ya se ha hecho y logrado, tomando como indicadores esos logros que se consideran trascendentes o importantes, y otros apuntan a detener o al menos reducir ese poder con otras medidas –no muy explícitas por ahora- que representen una vuelta de página, eventualmente un regreso, en política macro. En este escenario, los índices criticados del vapuleado INDEC, las denuncias por corrupción, el “gasto público” en lo social, los conflictos con la prensa y la justicia denominada “independiente”, alineamientos en relaciones exteriores son los puntos globales que se mencionan, sin demasiadas propuestas concretas hasta ahora, en programas políticos y promociones electorales opositoras. Salvo una franja de la izquierda que no está en la vereda del oficialismo, cuyas propuestas básicas son de tipo histórico y sea en contra de o a favor de, son más concretas, el resto apunta, hasta ahora a un sí o no al modelo oficial.

Por otra parte: ¿cuánto del escenario nacional influye en la decisión electoral del promedio? Pongamos por ejemplo dos temas muy mencionados en los programas de periodismo político: la inflación y la corrupción. La primera golpea permanentemente los bolsillos de los ciudadanos y habitantes, en especial los de menores ingresos, aunque parece estar atenuada por los aumentos de sueldo, articulados a través de las paritarias. De todos modos, pese a muchos (negros) augurios de economistas del “establishment”, se ha estado y estamos lejos de las carreras hiper-inflacionarias terribles que se sufrieron durante el final de la última dictadura, los últimos tiempos de Alfonsín y los primeros de Menem. El otro tema, la corrupción, representa un eslabón quizás estructural de nuestra Historia que, sin pecar de tontos por tratarse de un mal tan antiguo, deberíamos desterrar con acciones concretas y firmes de todo el espectro político. Sin embargo, tras clásicas acusaciones mutuas, año tras año los partidos tradicionales asumen el poder y los candidatos se re-elijen sin demasiados conflictos, es decir, sin que se modifique de fondo ese problema, del cual suele haber más denuncias y sospechas que casos comprobados y menos aún, condenados.

Por último, resta saber en qué medida temas nacionales muy puntuales pueden modificar la decisión electoral del promedio. Por ejemplo, si la dura disputa entre el gobierno y los medios hegemónicos representa una bisagra, aunque ya se produjo, en 2011, una votación mayoritaria a contramano de la prédica del grupo más poderoso. Por ejemplo, si el debate por el ascenso y/o designación de un general cuestionado en la jefatura del ejército terminará influyendo en el voto. Por ejemplo, si las luchas  socio-ambientales, que han ido ganando terreno en los últimos años, se reflejarán en  votos de modo focalizado o extendidas a provincias o regiones.

Lo mejor que puede ocurrir es que el voto sea fruto de cuestiones debatidas, individualmente o en familia, y no por seguir la cara agradable o fingidamente simpática, los abrazos  y los eslóganes huecos sin propuestas que ofrece la multiplicada y no tan variable promoción electoral televisiva.

* Historiador


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