Por Corina Milán *
Foto: Fb ATECh Sur
Hace un mes aproximadamente, charlé con una maestra que está
trabajando en una escuela de Esquel y
que ha llegado hace pocos meses desde Comodoro Rivadavia. Su relato me conmovió, ella estaba angustiada
por la indiferencia que percibía entre los docentes de nuestra ciudad respecto
del conflicto que están impulsando nuestros pares de la zona sur, nos contaba
cómo era vivir con un sueldo de docente en la ciudad petrolera: “con lo que
allá compraba medio chango, acá compro uno y medio, acá se está mejor, pero por
eso, ¿qué les cuesta hacer un día de
paro para solidarizarse con los compañeros?”.
También me contaba cómo es trabajar allá: “los edificios están destruidos,
no hay docentes para muchos cargos, es altísima la conflictividad social… No
saben lo duro que es estar en las escuelas… Yo acá les cuento a mis compañeras
porque no tienen idea”.
Parece que somos muchos los docentes cordilleranos que no
tenemos idea de lo que está pasando en la zona sur. Es comprensible, la información no abunda y
tampoco es confiable. La mayoría de los
medios informativos de la provincia se limita a copiar y pegar gacetillas de
prensa gubernamentales (condición para cobrar la pauta oficial con la que
subsisten) en las que se habla mal de
los docentes, se los acusa de violentos,
insensibles o se los corre por el lado de la sanción. Por otra parte, la conducción sindical de la ATECH, amiga del gobierno y
enfrentada con los dirigentes de las Regionales Sur y Sureste, también se ha
esforzado por denostar la lucha que se está dando, incurriendo en distorsiones
insultantes tanto para los gremialistas, como para las bases movilizadas.
En mi caso, la lucha contra la megaminería me ha llevado a
vincularme con muchas mujeres luchadoras de Comodoro Rivadavia, la zona de
sacrificio del extractivismo petrolero en Chubut. Gracias a eso, no sólo conozco las
consecuencias sociales que sufren los vecinos de la ciudad petrolera (altísimo
costo de vida, desigualdad social, violencia, exclusión, trata de personas,
narcotráfico, contaminación, servicios públicos deficientes o colapsados), sino
que tengo la maravillosa oportunidad de cotejar los relatos de los que viven y
luchan (las redes sociales y los medios alternativos nos ponen en contacto
diariamente) con los relatos de los medios que operan para las corporaciones y
los funcionarios.
Por eso elijo creer que nadie secuestró al Ministro
Zaffaroni en una biblioteca, más bien él eligió encerrarse y tuvo miedo de
enfrentar una manifestación de padres y docentes a los que no les iba a dar
respuestas. De paso se victimizaba un
poco, sancionaba a un par de docentes “rebeldes” y le daba letra a los
miserables para que ensuciaran la imagen de los que se movilizan, acusándolos
de “violentos”. Todos elegimos creerle a
alguien: si tengo que elegir entre medios de des-información o sindicalistas que
sirven al poder de turno, yo elijo creerle a mis compañeros y vecinos, esos que
ponen el cuerpo por las ideas que defienden.
Ante un conflicto que está pasando a la historia de las
luchas sindicales de nuestra provincia tanto por su duración y complejidad como
por la contundencia, perseverancia y organización de los actores que lo
impulsan, ya no podemos ser ingenuos o indiferentes.
Hace dos meses que en Comodoro Rivadavia se sostienen
asambleas escolares con una amplísima cantidad de docentes, personal operativo,
padres, estudiantes y representantes de diversas organizaciones sociales; entre
todos deciden qué pasos se van a seguir y los cohesiona la demanda por una educación pública de calidad y por un
ajuste salarial urgente para los trabajadores empobrecidos. El conjunto de la comunidad educativa de
Comodoro Rivadavia viene llevando a cabo diferentes medidas con éxito y de modo
pacífico: varias movilizaciones de miles de personas (en una ciudad en la que
no es común que la gente se movilice), cortes de ruta simultáneos y ferias de
todo tipo para sostener los fondos de huelga de los cientos de trabajadores que
no han cobrado sus salarios, entre otras acciones.
Quien quiera desprestigiar la movilización responsabilizando
y categorizando negativamente a los referentes gremiales que representan la
voluntad de las asambleas, no sólo
demuestra una lectura sesgada y una intencionalidad persecutoria hacia
los dirigentes, sino que les hace el enorme favor de elevarlos a un plano
épico: si uno o un puñado de gremialistas tuvieran tal carisma y capacidad de
liderazgo como para movilizar a toda una comunidad, darían cuenta de dotes
políticas extraordinarias, mucho mejores que las que el gobierno y la
conducción sindical están en condiciones de ostentar o reconocer. A esta altura, sería más prudente admitir la
legitimidad del reclamo y articular con urgencia una solución gubernamental que
lo resuelva correcta y pacíficamente.
Y los docentes del resto de la provincia, deberíamos
sobreponernos a la indiferencia o a las mezquindades personales para encarnar
esos valores que solemos enseñar en las aulas: la solidaridad entre compañeros
y con los más desfavorecidos, la integridad y la honestidad para darnos cuenta
de que -más allá de las diferencias ideológicas, partidarias o sindicales-
corresponde apoyar a quienes luchan por causas legítimas que nos involucran y
que si triunfan, también nos beneficiarán.
Deseo fervientemente que los docentes de la provincia seamos
capaces de apoyar la lucha por la educación pública y por las condiciones
laborales que están dando los compañeros trabajadores de la educación y las
comunidades educativas de Comodoro Rivadavia y de Rada Tilly, por la dignidad y
el futuro de todos.
* Docente de Esquel
D.N.I. 24.021.935
Nota relacionada: Opinión:
“¿De qué se quejan los docentes?”, por Gabriel Carrizo
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