Por Jorge Oriola *
En la nota de ayer, pese a cierto desgano inicial, redondeé
dos opiniones básicas: 1) estamos en el año número 30 desde la recuperación de
la democracia y es el período más largo y más democrático de la historia
argentina, lo cual no implica necesariamente que no falten logros, al
contrario..., 2) las legislativas son elecciones que sirven para afirmar y
reclamar correcciones al proceso que comanda el gobierno electo dos o cuatro
años antes, según la constitución que lo regule, y así se dan triunfos de los
que afirman o de los que protestan. Es bueno repasar ambos conceptos, para no
abrir brechas a las dudas.
Digo que es el período más democrático porque se han vencido
golpes cívico-militares y ese fantasma no existe ya en el escenario político ni
en el horizonte cercano; es una Argentina mucho más democrática que lo
anterior, léase el sectarismo oligárquico roquista, la democracia incipiente
del yrigoyenismo (había territorios nacionales, hoy provincias, y sólo votaban
los varones), el conservadorismo fraudulento de la década infame y el período
post primer peronismo con sus dictaduras y gobiernos electos condicionados; y
sin dudas, si el primer peronismo fue democrático en su ampliación social y
económica de derechos, sus dosis de autoritarismo personalista y una educación
gobernada por la derecha católica más reaccionaria le bajan puntos. El sistema
se ha estabilizado, se vota casi como sana costumbre, hay ampliación de derechos
igualitarios, no hay fantasmas de golpes militares y sobre todo hay conceptos
igualitarios que casi no se discuten. Es la panacea? no, simplemente una
comparación de largas duraciones que marcan un progreso en esta materia, aún
con deudas densas a saldar.
Digo que las elecciones legislativas permiten que ganen
apoyos al proceso vigente o los que acentúan protestas y reclamos de cambios,
correctivos, demandas que imponen nuevas medidas. En este sentido, las
presidencias de seis años, sin re-elección, soportaban dos elecciones
legislativas, cada dos años, con renovaciones más parcializadas que ahora en el
Congreso. Así, las de 1985 favorecieron a Alfonsín, aún en cuesta arriba (UCR:
43%, PJ: 34%) pero la economía dio vuelta el escenario en 1987 y perdió frente
a la Renovación
cafierista (UCR: 37%, PJ: 41%); sin mayores diferencias el impacto pegó fuerte.
Tras el triunfo de Menem en 1989, en medio de la hiper-inflación y el
reagrupamiento del PJ, en 1991 y 1993 las legislativas aseguraron al menemismo
con 40 y 42% frente a la UCR
con 29 y 30% respectivamente. El resto, partidos provinciales, otros de
centro-izquierda y con menos votos, la izquierda.
Luego, Pacto de Olivos mediante (presidencias de cuatro
años, reelección y tercer senador), gana Menem y las legislativas de 1997
marcan el inicio de su caída y la irrupción de la Alianza: PJ: 36%; Alianza:
47%. Así se definía lo que sería en 1999: derrota de la continuidad menemista
con Duhalde frente a la alianza UCR-Frepaso. Sin embargo, su gobierno cayó en
el caos y el siniestro diciembre de 2001, tras elecciones legislativas donde el
gobierno alcanzó sólo 23% y el PJ 37%. Tras la asunción de Kirchner y el nuevo
proceso abierto, las legislativas de 2005 le dieron apoyo (FpV: 30% con
dispersión de la oposición) pero en 2009, ya con CFK en la presidencia, pese a
resultados similares (FpV: 29%) el escenario cambió con una oposición alineada
con mayores coincidencias, más allá de no haber concretado propuestas en
conjunto luego.
Estas elecciones del domingo próximo ya tuvieron su anticipo
en las PASO y el gobierno acusó el impacto de haber alcanzado menos del 30% en
todo el país. Seguramente no habrá muchos cambios en los números, ganarán
opositores en distritos más grandes pero se mantendrán las bancas más o menos igual
que hasta ahora. Restan dos años para la elección presidencial y esas
votaciones sí tendrán condimentos distintos. Lo que deseamos y suponemos
existirá es el fin de este período presidencial, siguiendo esta
"costumbre" de 30 años.
- Historiador-Esquel
Nota relacionada: Opinión:
“Acerca de las elecciones legislativas del 27 de octubre”, por Jorge Oriola
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