Por Andrés Masip *
Viernes 1 a las 17.30. Estaciono en Roggero y Pasteur.
Al frente, en la vereda de una casa muy importante, a la sombra de un enorme
sauce, los Mineros, con sus camionetas, sus autos, charlando tras otra jornada
de “trabajo”. “¡En la vereda de esa casa, qué impunidad!”, digo. Y pienso en la
justicia que es una institución del Estado y en el Estado que es el Estado de
las clases dominantes y en los inspectores municipales y en los funcionarios
como integrantes de ese Estado, y no me sorprendo. También pienso: “esa casa es
una casa más, como cualquiera otra, pero… ¡es la casa del Intendente del
municipio y de una Diputada de la provincia! ¡Qué impunidad!” Y me voy a mi
casa.
Lunes 4 a las 17.30. Paso por esa esquina, estaciono
un poco más allá. Los mismos autos, ya no la 4X4, los empleados, ya no el jefe.
Los veo conversar tirados panza arriba en el pasto, a la sombra del sauce: una
tarde soleada, una linda imagen. “Por lo menos el viernes estaban de pie”,
pienso. Sigo pensando: “la justicia no los alcanza, los inspectores no los
registran, los funcionarios no los ven o los amparan, la sombra del Estado,
etc…” Y se me aparece la metáfora: el sauce, el Estado. Metáfora o ingenuidad:
“¿no será el sauce?, ¿no será la sombra del sauce su paraguas?, ¿Será por eso
que se estacionan en ese lugar buscando la sombrita?”. La imagen era linda, la
metáfora no sé. Me voy pensando.
Media hora más tarde estoy en la escuela dando
una clase no muy luminosa en un aula bastante sombría, pero con la tranquilidad
de que mis vecinos estarán marchando,
sin necesidad de sombras.
*DNI 26932059
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