Enviado por Liliana Murgas
Hace 24 años se consagró internacionalmente la Convención de los
Derechos de los Niños y Adolescentes.
Pero aún la letra no es letra viva y encarnada, muchas veces
manipulada en discursos y declamaciones que la convierten en una “larga tanda
publicitaria” al decir de Alberto Morlachetti.
Por ello no podemos
dejar de reclamar, denunciando y visibilizando el estado de des-protección de
nuestra niñez y adolescencia en la ciudad, cuando constatamos el funcionamiento
de lo que llamamos: “el sistema de protección” hacia nuestros chicos, en todos
aquellos aspectos que hacen a un crecimiento y desarrollo saludable: físico,
emocional, cognitivo y desde toda su integralidad como personas, sujetos de
derechos.
Observamos cómo los diferentes recursos para llevar
adelante las políticas públicas,
encuentran serias dificultades para ser efectivos en su funcionamiento: El
Servicio de Protección, los programas y acciones a trabajar con niños/as y adolescentes , sobre todo con aquellos complicados
en el ejercicio de la libertad.
Y el derecho a la Educación, totalmente vulnerado por decisiones
políticas que no llegan y no se anticipan oportunamente en base a una
planificación que no se concreta, dejando a la deriva, año tras año, la
continuidad y excelencia que debería existir en la educación pública .
Se suma el proceso de deterioro de servicios del Sistema de Salud destinados a la población de
nuestra ciudad, con serios obstáculos
para cumplir con sus objetivos de promoción, prevención y asistencia a toda una multitud de demandas tanto
familiares como institucionales, en pos de restablecer la salud tanto física
como psíquica y emocional.
La
Policía Comunitaria, que ha compartido desde sus inicios el
paradigma de la protección integral, ha disminuido su capacidad operativa debido a la
escasez de personal en relación a las demandas, a la ausencia o
insuficiencia en las acciones de capacitación solicitadas repetidas veces para
el fortalecimiento institucional las
cuales no han tenido una respuesta satisfactoria. Un indicio de lo que sucede
ha sido el reciente traslado de la Comisaría de la Mujer a un lugar inaccesible
e inhabilitado para toda actividad
humana.
Y tantos otros servicios que conocemos, enmarcados en
condiciones laborales precarizadas, que operan desde el voluntarismo, lo cual
pone en peligro la salud de los propios trabajadores: en ese marco la
consecuencia inmediata es la renuncia de numerosos profesionales y por ende el
descenso en la calidad y cantidad de las intervenciones, desmantelándose los
diferentes equipos.
Con estas realidades, nos preguntamos el lugar que ocupa la Infancia en la agenda
política.
Debemos comprender que se trabaja con personas: niños,
niñas, adolescentes y sus familias y que ello amerita el mayor respeto y la más
categórica profesionalidad.
Un Estado Presente es aquel que jerarquiza sus Políticas
Públicas y toma decisiones de fondo que superen los intereses de las gestiones
de turno.
Sabemos, que el cambio y la transformación viene de la mano
de acciones a mediano y largo plazo, de inversiones en tiempos institucionales,
de presupuestos que dignifiquen: el trabajo técnico-profesional, los espacios,
los insumos y los recursos materiales. El cuidado de los equipos, su
capacitación, su desenvolvimiento. La articulación interdisciplinaria e
intersectorial. Y tantos otros aspectos que no necesariamente implican dinero.
Por ello:
El Estado tiene un rol indelegable e insustituible para
propiciar y fortalecer las políticas públicas destinadas a la Infancia. Y deberá
arbitrar todos los medios posibles para concretarlas. No hay excusas ni demoras
para hacerlo.
“No hay causa que merezca más alta prioridad que la
protección y el desarrollo del niño de quien dependen la supervivencia y
estabilidad y el progreso de todas las naciones, de hecho, de la civilización
humana” (Plan de Acción de la
Cumbre Mundial a favor de la Infancia, 30/09/90).
No es posible seguir
penando por los recursos necesarios ni argumentar por razones
presupuestarias para plasmar en hechos las acciones necesarias para favorecer
el crecimiento y desarrollo saludable de las familias y de sus niños, niñas y
adolescentes. En particular de aquellos sectores más desprotegidos de la
sociedad.
No es un mero hecho folklórico recordar que la Convención de los
Derechos de los Niños (*)”asegura a todos nuestros pibes el derecho a la vida.
Es decir: juego, escuela, salud, vivienda y la ternura del pan. El no
cumplimiento de estas leyes implica una violación a nuestros derechos humanos
consagrados en la
Constitución Nacional.”
Desde la
Sociedad Civil ratificamos una vez más, nuestro compromiso de
aportar, desde nuestras particularidades, al trabajo a favor de un crecimiento
y desarrollo saludable de nuestros niños, niñas y adolescentes, pero sabemos
que no tenemos en nuestras manos la posibilidad de resolver todos los problemas
que los aquejan, solo mitigarlos apenas. Pero sí entendemos que hay quienes
tienen la decisión de realizar los
cambios necesarios para que los niños en su totalidad, puedan vivir con
dignidad. Queremos acompañar y velar por esos cambios.
“Por eso debemos permitirnos soñar y luchar por un tiempo
donde el ser niño sea un privilegio. No estamos lejos, ni cerca de ese futuro,
estamos en el tiempo exacto para diseñar la tierra y el cielo que queremos”
(*)extracto del boletín Pelota de Trapo/Agosto 2007/Nº 186.
20 de Noviembre del 2013,Comodoro Rivadavia
Adhieren:
Biblioteca Popular “Jaime de Nevares”
Biblioteca Popular “ Elum Duham”
Voluntariado Hospital Regional
Foro Ambiental y Social de la Patagonia
Pastoral Social-Dióc. Com. Riv
.CeViof/PROCAPI
Red de Mujeres Nuevo Milenio
Fundación ANAHI
Asociación Civil Tribu Solidaria "TRISOL"
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