Por Hugo Rodrigues *
Bajo el nombre de Aldeas del Corcovado, una nueva arremetida
de los sectores que impulsan y quieren disfrutar con privilegiada pretensión de
las bellezas naturales de la cordillera, se comenzó a instalar dentro del ejido
urbano de Corcovado un barrio privado, o para mejor decir, un pueblo privado.
Un pueblo porque estas primeras trece hectáreas de loteo se encuentran
enmarcadas entre el río, el arroyo Huemul y la ruta 44 que conecta con Río
Pico.
La nueva localidad tendrá sus estatutos propios, una administración
o entidad prestataria de los servicios y propietaria de los bienes comunes,
según lo establece la ley que patrocina estos exclusivos emprendimientos, la
ley 4149 sancionada en 1995 por el gobierno de Maestro y reglamentada diez años
después por el de Das Neves.
En general este tipo de iniciativas están sobre-maquilladas
de ecologismo. Suponen la vecindad de
habitantes placidamente preocupados por conservar tanto el bosque nativo como
la limpieza de los garages donde guardan botes con motores fuera de borda. Un barrio privado, o una aldea, (utilizando
esta bucólica jerga), perfecta e impoluta, separada de la contaminación de los
barrios y pueblos vulgares.
En el caso de las Aldeas del Corcovado, una entidad jurídica
especial que se denomina Comuna, será una especie de gobierno para este
pueblito casi soberano; libre de impuestos, aunque ubicado a tan solo diez
cuadras de la
Municipalidad.
Este tipo de condominios cerrados basan su existencia en un
pseudo aislamiento autosuficiente. Por supuesto que tal independencia elitista
nunca será real. El Estado siempre proveerá. En principio ya lo hizo con los
funcionarios corruptos que prestaron su firma a leyes, decretos y ordenanzas
antipopulares que les dieron vida. Instrumentos legales pergeñados en los
difusos márgenes de la
Constitución ,
firmados por políticos que defienden intereses de casta fingiendo servir
al pueblo. Tal vez sean estos los barrios cerrados donde puedan refugiarse
luego de su retiro de la función pública.
En Corcovado el Estado municipal se desprendió primero de su
patrimonio territorial y natural.
Divididas en dos fracciones: una de 13 has. y otra de 220 has, esta
“aldea turística y lotificación agreste” según la denominación usada en la
citada ley; necesitará cloacas, transporte, energía, y todo lo necesario para
que ciudadanos de primera vivan cómodamente en un lugar “agreste”. Y el Estado subvencionará toda esta fiesta.
A fines de 2011 el gobierno municipal cedió a la
eufemísticamente denominada “presión inmobiliaria” entregando estas tierras
justo en la última sesión del concejo deliberante, salteando la prohibición de
venta a terceros, a los cuales no se puede vender antes de pasados 5 años.
Estas tierras son las mejores en cuanto a paisaje o
ubicación turística, y el Municipio, sin ruborizarse, las vendió por unas pocas
monedas: En total 1500000 pesos (un millón quinientos mil pesos). Transcurridos
algunos meses la firma Anselmo Propiedades, (la misma que loteó El Doradillo
utilizando el mismo respaldo legal), ofrece hoy 50 lotes en la primera
fracción, a un promedio de 250000 pesos cada uno. Cabe aclarar que el Municipio recibió por
esas 13 has 85000 pesos, es decir, la tercera parte del costo cualquiera de uno
de esos lotes…
Aldeas del Corcovado es un proyecto en marcha. Las topadoras ya dieron cuenta de las
riberas, de la vegetación, de la tranquilidad que había en el lugar.
Ya se abrieron las calles y la publicidad circula por
diversos medios.
Entretanto en Corcovado todavía no se afronta el tema, tal
vez falte información. El gobierno
municipal actual se encuentra por ahora atado a sus limitaciones y
desencuentros. Pero que otra cosa queda
que seguir peleándola…
* DNI 13297913
Nota relacionada: Alerta por desmontes y movimientos de suelo que ocasionan daño ambiental en el río Corcovado
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