viernes, abril 27, 2007

Puerta E, un año después

Hace más o menos un mes, casi sin que nosotros mismos nos diéramos cuenta, Puerta E cumplió un año en el ciberespacio. No hubo torta de cumpleaños, ni espantasuegras, ni velitas. Y está bien. Por un lado porque el autobombo siempre resulta pedante (si en cada entrega decimos a cuántas casillas de correo llegamos es porque nuestros anunciantes, bien que escasos por ahora, tienen que saber qué están pagando). Por otro, porque nadie recuerda cómo ni dónde se originaron los hábitos familiares: tomar mate en lo de tal o cual amigo, visitar a la abuela los miércoles por la tarde, mandar alguna cosita a Puerta E. Ése es el lugar que nos gustaría ocupar, y por la asiduidad con que envían noticias algunos lectores/escritores, da la impresión de que empieza a ser así.
Hemos recibido críticas de esas que obligan a replantearse cosas. La más interesante, tal vez, nos cuestionó que no tomáramos posición respecto de las noticias que aparecen en Puerta E. Es cierto. Y no es porque creamos que el periodismo debe (de hecho ni siquiera creemos que pueda) ser objetivo. Para constatarlo basta pensar este medio como un conglomerado de subjetividades, cada una con su posición, su noticia y su firma. Pero es cierto que falta (y esta es la crítica) la de quienes hacemos este medio. También hemos recibido esas críticas que halagan: cuando un funcionario ningunea a un medio de comunicación –en un esquema, además, en el que muchos medios de comunicación se comportan como el más obsecuente de los voceros gubernamentales– a uno le da por pensar que algo está haciendo bien.
Hay quien intentó menoscabar nuestra idoneidad para hacer un medio diciendo que Puerta E era sólo un foro. Foro, para cualquier distraído, era el ámbito en el que se discutían, con la participación del pueblo, los asuntos de interés público. ¿Qué tipo de persona utilizaría esa palabra para el vilipendio?
Creemos que la comunicación tiene muchas formas de realizarse. Hay publicaciones que bajan una línea editorial definida. Otras se venden como objetivas (una forma, mal disimulada, de proponerse como “la Verdad” que, si existiera una y única, no tendría necesidad de venderse). Pero también se puede apostar a otro modo de comunicación, ni mejor ni peor que el primero, pero mucho más honesto que el segundo: un medio abierto a la comunidad.

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