Por Moira Millán
Mari mari mi amado leufú, estoy atrasada con mis relatos de este andar por el viejo mundo, ya ha terminado mi gira, así que si le parece le cuento mis novedades:
Entrar a Inglaterra es entrar a las páginas de la novela 1984 de George Orwell, la política de seguridad de Gran Bretaña en asuntos de migración es obsesiva y agresiva.
La tarde en qué llegué a Londres era espectacular, la ciudad se desnudaba del ropaje invernal, el sol nos abrazaba con pasión y alegría, y allí entre tanta gente, una voz en castellano y con entonación arrabalera, vino a mi encuentro, Diego estaba esperándome desbordado de ansiedad y alegría.
Apenas unos mates y resúmenes de vida, nostalgias y pesares, empezó la travesía.
Toda la ciudad está llena de cámaras, se dice que un promedio de 200 veces al día las cámaras ocultas estratégicamente te registran. En el centro económico londinense de manera arrogante y ostentosa, 5 de las 7 mineras más grandes del mundo, lucen sus modernas oficinas desde donde deciden el aniquilamiento y el saqueo del planeta. A orillas del río Thames, la empresa Shell rodeada de un césped prolijamente cortado, controla con rigor el área, transitar y permanecer en sus cercanías es decisión de sus gerentes. Otra sorprendente medida de seguridad a favor de los poderosos, es la construcción subterránea de una superficie del 30% de la ciudad en la que hallarán refugios los multimillonarios en el caso de una guerra nuclear. Me impresionó las cárceles flotantes en las que se encierra a los migrantes sin papeles como si fueran unos delincuentes indeseables, ellos son el resultado de los despojos a los que han sido sometidos desde siglos por los ingleses, mucho de ellos provenientes de las colonias británicas en África. Policía de civiles inundan las calles y se respira el esquizofrénico miedo al terrorismo.
Sin embargo y a pesar de todo los soñadores de siempre, los incorregiblemente transgresores y rebeldes, construyen de manera subterránea el otro Londres, que yo deseaba conocer y salí en su búsqueda, me encontré con los movimientos okupas, resistiendo y construyendo alternativas culturales en los espacios tomados. Los compañeros de LARC - London Action Resource Centre, se organizan para difundir luchas y resistencia en el mundo, las compañeras feministas y combativas, de Women's Global Strike, llevan adelante la dura tarea de contener y avanzar en los derechos de todas, contra la persecución a los sin papeles, la explotación esclavista de mujeres jóvenes introducidas en el mercado de trata para la prostitución, fundamentalmente mujeres provenientes de Europa del este, ocupan su principal agenda de trabajo. Han construido una red internacional de solidaridad entre mujeres de todo el mundo que una vez al año todos los 8 de marzo llaman a una huelga mundial de mujeres bajo la consigna “mujeres en Huelga”.
Las comunidades indígenas encuentran una mano solidaria extendida en Londres desde los compas de Native Spirit Festival, que una vez al año realiza un festival de cine indígena, lo recaudado va a las comunidades fundamentalmente de Centroamérica. Los compañeros del Sindicato anarquista de Londres contribuyen también a fortalecer redes solidarias y espacios reflexivos.
Mi última noche en Londres la viví con mucha emoción al visitar a los acampantes que están frente al parlamento británico, (Parliament Square), Bárbara, Brian, y otros, se han instalado en carpas allí a unos dos metros del Big Ben a protestar contra la guerra, han sufrido represión, encarcelamiento, intimidaciones de todo tipo, sin embargo sus fuerzas no decaen, siguen firmes allí recordándoles a los estados genocidas que hay ingleses que se oponen a la intervención militar a los pueblos del mundo. Brian Hawk me decía lo hacemos por los niños, saben que hay una ley que impide la permanencia allí como así también cualquier acto de protesta, le han secuestrado sus carteles de manifiestos y se lo han llevado a un museo, eso es parte de la hipocresía inglesa, seguirán allí ni el frío, ni la nieve han impedido acallar su voz y continuarán allí hasta que la locura pare. Me despedí de ellos, la madrugada me encontró caminando en las solitarias calles de Londres, sumida en tantos pensamientos, abrasé a mis amigos y partí para Irlanda del Norte, ansiosa por conocer la lucha del heroico pueblo Irlandés su realidad
Mari mari mi amado leufú, estoy atrasada con mis relatos de este andar por el viejo mundo, ya ha terminado mi gira, así que si le parece le cuento mis novedades:
Entrar a Inglaterra es entrar a las páginas de la novela 1984 de George Orwell, la política de seguridad de Gran Bretaña en asuntos de migración es obsesiva y agresiva.
La tarde en qué llegué a Londres era espectacular, la ciudad se desnudaba del ropaje invernal, el sol nos abrazaba con pasión y alegría, y allí entre tanta gente, una voz en castellano y con entonación arrabalera, vino a mi encuentro, Diego estaba esperándome desbordado de ansiedad y alegría.
Apenas unos mates y resúmenes de vida, nostalgias y pesares, empezó la travesía.
Toda la ciudad está llena de cámaras, se dice que un promedio de 200 veces al día las cámaras ocultas estratégicamente te registran. En el centro económico londinense de manera arrogante y ostentosa, 5 de las 7 mineras más grandes del mundo, lucen sus modernas oficinas desde donde deciden el aniquilamiento y el saqueo del planeta. A orillas del río Thames, la empresa Shell rodeada de un césped prolijamente cortado, controla con rigor el área, transitar y permanecer en sus cercanías es decisión de sus gerentes. Otra sorprendente medida de seguridad a favor de los poderosos, es la construcción subterránea de una superficie del 30% de la ciudad en la que hallarán refugios los multimillonarios en el caso de una guerra nuclear. Me impresionó las cárceles flotantes en las que se encierra a los migrantes sin papeles como si fueran unos delincuentes indeseables, ellos son el resultado de los despojos a los que han sido sometidos desde siglos por los ingleses, mucho de ellos provenientes de las colonias británicas en África. Policía de civiles inundan las calles y se respira el esquizofrénico miedo al terrorismo.
Sin embargo y a pesar de todo los soñadores de siempre, los incorregiblemente transgresores y rebeldes, construyen de manera subterránea el otro Londres, que yo deseaba conocer y salí en su búsqueda, me encontré con los movimientos okupas, resistiendo y construyendo alternativas culturales en los espacios tomados. Los compañeros de LARC - London Action Resource Centre, se organizan para difundir luchas y resistencia en el mundo, las compañeras feministas y combativas, de Women's Global Strike, llevan adelante la dura tarea de contener y avanzar en los derechos de todas, contra la persecución a los sin papeles, la explotación esclavista de mujeres jóvenes introducidas en el mercado de trata para la prostitución, fundamentalmente mujeres provenientes de Europa del este, ocupan su principal agenda de trabajo. Han construido una red internacional de solidaridad entre mujeres de todo el mundo que una vez al año todos los 8 de marzo llaman a una huelga mundial de mujeres bajo la consigna “mujeres en Huelga”.
Las comunidades indígenas encuentran una mano solidaria extendida en Londres desde los compas de Native Spirit Festival, que una vez al año realiza un festival de cine indígena, lo recaudado va a las comunidades fundamentalmente de Centroamérica. Los compañeros del Sindicato anarquista de Londres contribuyen también a fortalecer redes solidarias y espacios reflexivos.
Mi última noche en Londres la viví con mucha emoción al visitar a los acampantes que están frente al parlamento británico, (Parliament Square), Bárbara, Brian, y otros, se han instalado en carpas allí a unos dos metros del Big Ben a protestar contra la guerra, han sufrido represión, encarcelamiento, intimidaciones de todo tipo, sin embargo sus fuerzas no decaen, siguen firmes allí recordándoles a los estados genocidas que hay ingleses que se oponen a la intervención militar a los pueblos del mundo. Brian Hawk me decía lo hacemos por los niños, saben que hay una ley que impide la permanencia allí como así también cualquier acto de protesta, le han secuestrado sus carteles de manifiestos y se lo han llevado a un museo, eso es parte de la hipocresía inglesa, seguirán allí ni el frío, ni la nieve han impedido acallar su voz y continuarán allí hasta que la locura pare. Me despedí de ellos, la madrugada me encontró caminando en las solitarias calles de Londres, sumida en tantos pensamientos, abrasé a mis amigos y partí para Irlanda del Norte, ansiosa por conocer la lucha del heroico pueblo Irlandés su realidad
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