Por Marcos Sourrouille *
Antipoesía/1
yo quería escribir la antipoesía
esa que a la policía intelectual
no le muestra documentos
porque no quiere, y además
porque no tiene, ni necesita.
Esa que no sale del taller
donde manos que nunca se engrasaron
la retocan y le señalan
para donde queda –según ellos-
ese “pueblo” al que le hablan desde arriba
cómo ponerle “olor a pueblo”
a letras muertas, mal nacidas
del ansia de mostrarse
y no de la sencilla necesidad
de decir algo.
Ese “olor a pueblo” que tal vez
creen se compra en frasco
como otros perfumes ajenos
como en cualquier supermercado
como todo lo que tienen
o creen tener.
La antipoesía se resiste a creer
que los poetas son aquellos
que hablan “del pueblo” porque es moda
para mostrarse entre ellos
qué difícil escriben
para mostrarle a los vulgares cabezas
que cruzaran en su camino
que la poesía la hacen ellos porque es difícil
y no cualquiera
y se estudia
y nosotros decimos qué es poesía
y qué no.
Y que –en resumen-
la poesía, la letra, la palabra
en cualquiera de sus formas
nos siguen siendo ajenas
porque no sabemos cómo se usan
ellos son los expertos
los dioses que se elevan
pisoteando el terraplén
que forman nuestros cuerpos baratos.
yo quiero escribir la antipoesía
que no se declama a los gritos
con la voz impostada y las palabras
tan impostadas como la voz
que no golpea las puertas de la academia
que no tiene los requisitos de admisión
los conoce
y no los tiene por querer seguir viviendo.
Escupe y golpea con un palo
los tanques vacíos del ejército académico
que para defender su territorio
nos apuntan a nosotros
para mentir distancias intelectuales
para falsear, para ocultar las distancias verdaderas.
Desconfía, la antipoesía
de los que nos nombran como “ellos”
somos su objeto, hablan de nosotros
para jactarse en sus guerras floridas
y no
(¿por qué?)
para hablar con nosotros.
Por eso es monólogo y no diálogo
por eso la antipoesía se pregunta
y la poesía oficial
oficial de policía intelectual
o policía a secas
oficial contable
no le contesta
porque le importan un carajo nuestras preguntas.
Antipoesía/2
No ponerle precio a las penas
no ponerse en venta
no esconderse tras el humo de un cigarro
usar el humo o el vaso como escudo
no escuchar
seguir hablando –más, más palabras, más
lento, alzar la voz como sordera-
No medirse
no buscar la aprobación de los que juzgan
ni acatar las reglas ajenas como propias
tampoco
decir para oídos que no escuchan
nada más
que el eco que retumba en las cavernas de sus egos.
Mucho menos
empeñarse en ser como ellos
y dejar de ser nosotros.
Esquel, 17-5-2009.
Algunas aclaraciones sobre el IV Encuentro de Escritores
Las líneas difundidas por este medio bajo el título “Antipoesía/1” y “Antipoesía/2” son una respuesta parcial a dichos y prácticas observados durante el desarrollo del Encuentro de Escritores realizado en Esquel entre los días 14 y 17 de mayo. En ellos está implícita la concepción del autor sobre la “academia” de las letras en general, y –en forma bastante evidente- se hace referencia a personajes particulares que hicieron acto de presencia y uso y abuso de la palabra durante estos días.
Para evitar ofensas innecesarias y vanos disgustos: no implican ninguna intención agresiva hacia las personas que organizaron el Encuentro. Por el contrario, desde el momento en que nos contactamos con Gustavo De Vera para conocer las condiciones de presentación de las ponencias y otros detalles organizativos, hasta el hecho de abrirnos la puerta –a Silvia González y a mí- para presentar una ponencia sobre literatura sin pertenecer al mundillo de las letras, no tenemos de qué quejarnos, y menos aún en términos personales.
Incluso cabe aprovechar esta ocasión para agradecer públicamente la comprensión de los organizadores ante la frustrada presentación de la revista “Qué Hacer”, que pensábamos realizar en el marco del Encuentro de Escritores.
Quienes hayan estado presentes en las diversas actividades, o hayan frecuentado alguna reunión de este tipo, sabrán a quiénes les cabe el sayo.
Es lamentable que las escasas oportunidades de encuentro e intercambio terminen siendo, para muchos, nada más que una ocasión para mostrar a los mortales cuán por encima se creen del resto del mundo, qué difícil escriben, para regodearse en sus miserias académicas y/o simplemente personales, para “derrotar” a los advenedizos con preguntas a las que no puedan responder…
Más de un trabajo expositivo terminó con la abierta incitación de los ponentes al público a abstenerse de hacer preguntas al respecto. En general, los que no aceptan preguntas, pertenecen a los círculos académicos “consagrados”. En general, los que hacen preguntas capciosas con intenciones destructivas (y a veces se encuentran con ingratas sorpresas), también vienen de la academia.
Por supuesto, tales miserias no son exclusivas del ámbito de las letras, sino un estigma de la “academia” en general.
* DNI Nº 27.147.125
Nota relacionada: Esquel Literario: tres nombres para el abrazo
Antipoesía/1
yo quería escribir la antipoesía
esa que a la policía intelectual
no le muestra documentos
porque no quiere, y además
porque no tiene, ni necesita.
Esa que no sale del taller
donde manos que nunca se engrasaron
la retocan y le señalan
para donde queda –según ellos-
ese “pueblo” al que le hablan desde arriba
cómo ponerle “olor a pueblo”
a letras muertas, mal nacidas
del ansia de mostrarse
y no de la sencilla necesidad
de decir algo.
Ese “olor a pueblo” que tal vez
creen se compra en frasco
como otros perfumes ajenos
como en cualquier supermercado
como todo lo que tienen
o creen tener.
La antipoesía se resiste a creer
que los poetas son aquellos
que hablan “del pueblo” porque es moda
para mostrarse entre ellos
qué difícil escriben
para mostrarle a los vulgares cabezas
que cruzaran en su camino
que la poesía la hacen ellos porque es difícil
y no cualquiera
y se estudia
y nosotros decimos qué es poesía
y qué no.
Y que –en resumen-
la poesía, la letra, la palabra
en cualquiera de sus formas
nos siguen siendo ajenas
porque no sabemos cómo se usan
ellos son los expertos
los dioses que se elevan
pisoteando el terraplén
que forman nuestros cuerpos baratos.
yo quiero escribir la antipoesía
que no se declama a los gritos
con la voz impostada y las palabras
tan impostadas como la voz
que no golpea las puertas de la academia
que no tiene los requisitos de admisión
los conoce
y no los tiene por querer seguir viviendo.
Escupe y golpea con un palo
los tanques vacíos del ejército académico
que para defender su territorio
nos apuntan a nosotros
para mentir distancias intelectuales
para falsear, para ocultar las distancias verdaderas.
Desconfía, la antipoesía
de los que nos nombran como “ellos”
somos su objeto, hablan de nosotros
para jactarse en sus guerras floridas
y no
(¿por qué?)
para hablar con nosotros.
Por eso es monólogo y no diálogo
por eso la antipoesía se pregunta
y la poesía oficial
oficial de policía intelectual
o policía a secas
oficial contable
no le contesta
porque le importan un carajo nuestras preguntas.
Antipoesía/2
No ponerle precio a las penas
no ponerse en venta
no esconderse tras el humo de un cigarro
usar el humo o el vaso como escudo
no escuchar
seguir hablando –más, más palabras, más
lento, alzar la voz como sordera-
No medirse
no buscar la aprobación de los que juzgan
ni acatar las reglas ajenas como propias
tampoco
decir para oídos que no escuchan
nada más
que el eco que retumba en las cavernas de sus egos.
Mucho menos
empeñarse en ser como ellos
y dejar de ser nosotros.
Esquel, 17-5-2009.
Algunas aclaraciones sobre el IV Encuentro de Escritores
Las líneas difundidas por este medio bajo el título “Antipoesía/1” y “Antipoesía/2” son una respuesta parcial a dichos y prácticas observados durante el desarrollo del Encuentro de Escritores realizado en Esquel entre los días 14 y 17 de mayo. En ellos está implícita la concepción del autor sobre la “academia” de las letras en general, y –en forma bastante evidente- se hace referencia a personajes particulares que hicieron acto de presencia y uso y abuso de la palabra durante estos días.
Para evitar ofensas innecesarias y vanos disgustos: no implican ninguna intención agresiva hacia las personas que organizaron el Encuentro. Por el contrario, desde el momento en que nos contactamos con Gustavo De Vera para conocer las condiciones de presentación de las ponencias y otros detalles organizativos, hasta el hecho de abrirnos la puerta –a Silvia González y a mí- para presentar una ponencia sobre literatura sin pertenecer al mundillo de las letras, no tenemos de qué quejarnos, y menos aún en términos personales.
Incluso cabe aprovechar esta ocasión para agradecer públicamente la comprensión de los organizadores ante la frustrada presentación de la revista “Qué Hacer”, que pensábamos realizar en el marco del Encuentro de Escritores.
Quienes hayan estado presentes en las diversas actividades, o hayan frecuentado alguna reunión de este tipo, sabrán a quiénes les cabe el sayo.
Es lamentable que las escasas oportunidades de encuentro e intercambio terminen siendo, para muchos, nada más que una ocasión para mostrar a los mortales cuán por encima se creen del resto del mundo, qué difícil escriben, para regodearse en sus miserias académicas y/o simplemente personales, para “derrotar” a los advenedizos con preguntas a las que no puedan responder…
Más de un trabajo expositivo terminó con la abierta incitación de los ponentes al público a abstenerse de hacer preguntas al respecto. En general, los que no aceptan preguntas, pertenecen a los círculos académicos “consagrados”. En general, los que hacen preguntas capciosas con intenciones destructivas (y a veces se encuentran con ingratas sorpresas), también vienen de la academia.
Por supuesto, tales miserias no son exclusivas del ámbito de las letras, sino un estigma de la “academia” en general.
* DNI Nº 27.147.125
Nota relacionada: Esquel Literario: tres nombres para el abrazo
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Ciertamente nada puedo decir acerca de lo que parece estar implícito en la opinión de M.Sourrouielle, secillamente por no haber asistido a ninguna actividad del evento al que se refiere. Pero sí debo decir que me trajo a la memoria una observación de Cornelius Castoriadis en "El mundo fragmentado" cuando dice en referencia a la tendencia contemporánea al autoencierro: "...los escritores escriben sobre escritores, para el uso de otros escritores".
Tampoco asistí, tampoco tengo nada contra nadie, excepto conta la "academización" del arte.
Citando a mi amigo Antonin Artaud:
"Toda la escritura es una porqueria.
Todas las personas que salen de la vaguedad para tratar de determinar lo que sea de lo que ocurre en su pensamiento son cerdos.
Toda la gete literatia es puerca y la de esta epoca especialemtente.
Todos aquellos que tiene mojones en el espiritu, quiero decir en un cierto lado de la cabeza, en lugares bien localizados de su cerebro: todos aquiellos que son dueños de su lengua (...)
Aquellos para quienes ciertas palabras tiene sentido y ciertas maneras de ser, aquellos que hacen cumplidos tan bien, aquellos para quienes hay clases en los sentiminedos y discuten sobre un grado cualquiera de sus ridiculas clasificaciones, los que creen aun en en "terminos", aquellos que agitan ideologias que se han instalado en la epoca (...)
Nada de obras, ninguna lengua, ninguna palabra, nada de espiritu, nada.
Nada, sólo un hermoso Pesa-Nervios"
Sr. Moliterno:
Más allá de no poder comprender las poco veladas alusiones personales, por lo que ud. mismo aduce, es decir, no haver estado y no saber que qué se habla puntualmente... creo que el planteo general sobre la academia de las letras (por usar un eufemismo y no hablar de cerdos como otro bello comentario)es comprensible para cualquier persona que domine medianamente el idioma castellano. No es muy rebuscado que digamos... sí es "para escritores", en el sentido de que la crítica se dirige hacia ellos... pero no son ellos los únicos que pueden leerlo y entenderlo y -llegado el caso- escupirlo o cosas peores pero sabiendo más o menos por qué lo hacen. Y, en el fondo, uno escribe antes que nada para sí mismo, para poner esas ideas en un "afuera" en el que le sean más fácilmente criticables (por los otros y por uno mismo). Bah, por lo menos así lo vivo yo cuando escribo. No así, según parece, quienes escriben para mostrarse, para que los miren y no los toquen, pero necesitando patéticamente la mirada sometida del otro. Enturbian sus aguas para que parezcan profundas , dicen que dijo Nietzche. Retomando la cita de Artaud que se puso en juego, a veces es parte del juego meterse en el barro para decirles "cerdos" a los cerdos, aún a riesgo de ser infelizmente confundido con ellos. Escupo en el retrato de mi madre, dicen que dijo Dalí (y la madre lo rajó de la casa). Otros simplemente escupen para arriba. La gravedad se encargue de ellos. He dicho. Buenas noches.
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