Por Abla Carballo *
Legalizar el consumo de estupefacientes, con el argumento que con ello se terminará con el flagelo que preocupa, es una forma de capitular, dicen algunos autores. Y agregan que la premisa de quienes siguen la postura abolicionista, es que la guerra que se libra contra las drogas está perdida. Por su parte, el doctor Eduardo Kalina –experto médico argentino en el tema- recuerda que el jefe de policía de Estocolmo, hace una analogía respecto a la legalización de las drogas, debido a la falta de éxito de la política contraria, sugiriendo “que se legalicen los robos a los bancos debido al bajo índice de éxito de la policía contra este delito”.
Lo expuesto muestra que, quienes propugnan la despenalización de la tenencia y consumo de estupefacientes, o la legalización así como la guerra a las drogas, cuentan con posturas políticamente viables, pero que deben compatibilizarse con la política criminal de cada Estado y con la voluntad de legislar lo conveniente para prevenirse de las consecuencias de este fenómeno, complejo, transnacional y permanente.
En conclusión, en estas dos alternativas, la despenalización de la tenencia de drogas ilícitas o la sanción de la tenencia de drogas prohibidas, subyace la expresión de deseos de hacer de la droga un mal negocio, pero nada más que eso. Basta querer informarse acerca del tema en profundidad, la droga y sus consecuencias en el consumidor, su familia y entorno, sólo con eso, prestaría la sociedad más atención y exigiría, a quien corresponde, las políticas y el control además del trabajo de prevención por el avance del narcotráfico y su emergente la drogodependencia. Porque los daños que producen las drogas en el consumidor y las modificaciones en su conducta y la salud de las restantes personas –sus cercanos- es devastador.
Tribunal de la opinión pública
Charles B. Rangel presidente de la Comisión de Narcóticos de la Cámara de representantes por el Estado de Nueva York, convocó a los defensores de la legalización, entre los que habían profesores, secretarios de Estado, columnistas y otras celebridades, para averiguar de qué respuestas disponían. Desafortunadamente ninguno contestó las preguntas que formuló en la nota de invitación. Por ejemplo:
¿Qué narcóticos y drogas psicotrópicas deberían legalizarse?
¿Deberían los narcóticos y las drogas psicotrópicas ponerse a disposición de cualquiera que quisiera probarlas? ¿Incluso los niños?
Se pondría a disposición de los consumidores habituales o adictos un suministro ilimitado?. ¿O tendrían que pagar el precio de mercado? ¿Podrían aquellos que sufren de una fuerte dependencia o son adictos, trabajar o incluso desempeñar un empleo? ¿Recurrirían al crimen para mantener su hábito legal?
¿Quién suministraría las drogas?. ¿Compañías privadas, ¿el gobierno?. ¿Se las proveería al costo, se venderían con un margen de ganancia o estarían sujetas a un impuesto?. ¿Si estuvieran sujetas a un impuesto, cuál sería la tasa equitativa?
¿Dónde podrían obtenerse las drogas? ¿En farmacias?, ¿supermercados?, ¿negocios especializados?, dispensarios?, ¿clínicas?, ¿expendios que estén abiertos toda la noche?.
¿Se prohibiría consumir drogas a los trabajadores en ciertas ocupaciones?
¿Qué pasaría con los pilotos de aerolíneas, cirujanos, policías, bomberos, personal militar, maquinistas de ferrocarriles, conductores de ómnibus, camioneros de larga distancia, operadores de reactores nucleares, incluso con los agentes de bolsa y los maestros?
¿Cuál estima usted que sería la tasa de muertes por accidente relacionadas con las drogas?
¿Cuál es la opinión de los expertos médicos en cuanto a los efectos potenciales de la legalización? ¿De los expertos en tratamiento de drogas?
¿Afectaría la legalización las primas de los seguros de salud y el costo general del cuidado de la salud? ¿Se extendería el SIDA al haber más adictos que usan más jeringas?
“La psiquiatría social y la Criminología han introducido cuñas de nueva madera en el árbol del narcotráfico, y este, a su vez, está modificando radicalmente el planteamiento de las pautas en todo el mundo”.-
Consultas: Dr. Eduardo Kalina – Charles B. Rangel – Antonio Beristain (criminólogo y penalista, vasco)- Roberto F. del Valle Maldonado.
* DNI 4159560
Nota relacionada: Despenalización en debate: “Lo importante no está en la superficie (cuarta nota)”
Legalizar el consumo de estupefacientes, con el argumento que con ello se terminará con el flagelo que preocupa, es una forma de capitular, dicen algunos autores. Y agregan que la premisa de quienes siguen la postura abolicionista, es que la guerra que se libra contra las drogas está perdida. Por su parte, el doctor Eduardo Kalina –experto médico argentino en el tema- recuerda que el jefe de policía de Estocolmo, hace una analogía respecto a la legalización de las drogas, debido a la falta de éxito de la política contraria, sugiriendo “que se legalicen los robos a los bancos debido al bajo índice de éxito de la policía contra este delito”.
Lo expuesto muestra que, quienes propugnan la despenalización de la tenencia y consumo de estupefacientes, o la legalización así como la guerra a las drogas, cuentan con posturas políticamente viables, pero que deben compatibilizarse con la política criminal de cada Estado y con la voluntad de legislar lo conveniente para prevenirse de las consecuencias de este fenómeno, complejo, transnacional y permanente.
En conclusión, en estas dos alternativas, la despenalización de la tenencia de drogas ilícitas o la sanción de la tenencia de drogas prohibidas, subyace la expresión de deseos de hacer de la droga un mal negocio, pero nada más que eso. Basta querer informarse acerca del tema en profundidad, la droga y sus consecuencias en el consumidor, su familia y entorno, sólo con eso, prestaría la sociedad más atención y exigiría, a quien corresponde, las políticas y el control además del trabajo de prevención por el avance del narcotráfico y su emergente la drogodependencia. Porque los daños que producen las drogas en el consumidor y las modificaciones en su conducta y la salud de las restantes personas –sus cercanos- es devastador.
Tribunal de la opinión pública
Charles B. Rangel presidente de la Comisión de Narcóticos de la Cámara de representantes por el Estado de Nueva York, convocó a los defensores de la legalización, entre los que habían profesores, secretarios de Estado, columnistas y otras celebridades, para averiguar de qué respuestas disponían. Desafortunadamente ninguno contestó las preguntas que formuló en la nota de invitación. Por ejemplo:
¿Qué narcóticos y drogas psicotrópicas deberían legalizarse?
¿Deberían los narcóticos y las drogas psicotrópicas ponerse a disposición de cualquiera que quisiera probarlas? ¿Incluso los niños?
Se pondría a disposición de los consumidores habituales o adictos un suministro ilimitado?. ¿O tendrían que pagar el precio de mercado? ¿Podrían aquellos que sufren de una fuerte dependencia o son adictos, trabajar o incluso desempeñar un empleo? ¿Recurrirían al crimen para mantener su hábito legal?
¿Quién suministraría las drogas?. ¿Compañías privadas, ¿el gobierno?. ¿Se las proveería al costo, se venderían con un margen de ganancia o estarían sujetas a un impuesto?. ¿Si estuvieran sujetas a un impuesto, cuál sería la tasa equitativa?
¿Dónde podrían obtenerse las drogas? ¿En farmacias?, ¿supermercados?, ¿negocios especializados?, dispensarios?, ¿clínicas?, ¿expendios que estén abiertos toda la noche?.
¿Se prohibiría consumir drogas a los trabajadores en ciertas ocupaciones?
¿Qué pasaría con los pilotos de aerolíneas, cirujanos, policías, bomberos, personal militar, maquinistas de ferrocarriles, conductores de ómnibus, camioneros de larga distancia, operadores de reactores nucleares, incluso con los agentes de bolsa y los maestros?
¿Cuál estima usted que sería la tasa de muertes por accidente relacionadas con las drogas?
¿Cuál es la opinión de los expertos médicos en cuanto a los efectos potenciales de la legalización? ¿De los expertos en tratamiento de drogas?
¿Afectaría la legalización las primas de los seguros de salud y el costo general del cuidado de la salud? ¿Se extendería el SIDA al haber más adictos que usan más jeringas?
“La psiquiatría social y la Criminología han introducido cuñas de nueva madera en el árbol del narcotráfico, y este, a su vez, está modificando radicalmente el planteamiento de las pautas en todo el mundo”.-
Consultas: Dr. Eduardo Kalina – Charles B. Rangel – Antonio Beristain (criminólogo y penalista, vasco)- Roberto F. del Valle Maldonado.
* DNI 4159560
Nota relacionada: Despenalización en debate: “Lo importante no está en la superficie (cuarta nota)”
0 Comentá esta nota:
Publicar un comentario