Por Ileana Petersen *
Paradójicamente el día anterior a este evento, se produjo una rotura en el mineraloducto de Minera La Alumbrera que va de Catamarca a Tucumán, filtrándose los minerales concentrados a la tierra y a las napas de agua, y no es el primero. Castrillo nos dice que las empresas pueden manejar el riesgo y contener la contaminación… ¿cómo se contiene esto? ¿pagando una multa? ¿con obras de caridad? ¿Con donaciones a los colegios? El dinero no limpia las aguas que la gente bebe…
Vergüenza me dio escuchar que “la minería de galería es más peligrosa que la de Cielo Abierto, porque se pueden provocar derrumbes”, que la “minería a cielo abierto (además de ser más barata) es más saludable para el trabajador”… se olvidó de decirnos que no es más saludable para el pueblo que la rodea, se olvidó de contarnos por qué en Chile hubo que trasladar poblaciones enteras para alejarlas de las excavaciones mineras, porque la gente se enfermaba por aspirar sus polvos y sus tóxicos, se olvidó de contarnos de las enfermedades respiratorias, el cáncer y los abortos espontáneos… a esta altura de nuestra tecnología, me parece más fácil de prevenir un derrumbe…
“Las normas que prohíben son ilógicas y producto del miedo”. Sí, tenemos miedo Dr. Castrillo, tenemos miedo de que nuestra vida esté en manos de un grupo económico al que sólo le interesa llevarse el oro y dejarnos la contaminación, la enfermedad y la pobreza, pero el miedo no nos paraliza… nos hace más fuertes… y menos “ilógicos”.
Vergüenza me dio escuchar la pobre defensa de la Sra. Yappert, leyendo un Power Point de esos que se bajan de YouTube o se comparten por el Facebook, una presentación que dejaba bastante que desear al lado de otros trabajos mejor hechos, leyendo un discurso pobremente armado con palabras ininteligibles cuya conclusión rezaba que “el cianuro no es dulce de leche, y el mercurio no es leche Nido”, textual, no miento…
Nadie habló del agua que consumen los mega monstruos, de cómo secan las napas y los ríos dejando pueblos enteros sin recursos, nadie habló de la energía que requieren, de cómo se proyectan grandes obras hidroeléctricas que seguirán embalsando nuestros ríos para alimentar de energía a las mineras, de cómo se dinamitarán glaciares, de cómo se quemará el carbón de Río Turbio para generar electricidad para las mineras santacruceñas, sin importar la polución ni el calentamiento global, de cómo se irá el gas que necesitamos importar de Bolivia para calentar nuestros hogares.
Nadie mostró fotos de los paisajes desolados por donde pasan las mineras, de donde antes existían montañas con miles de años de evolución geológica, de cómo desaparecieron de un día para el otro ante los ojos vidriosos y empolvados de sus habitantes.
Sí se habló de la “rentabilidad”, de las pocas regalías que nos dejan, de los escasos beneficios económicos para los habitantes que “sacrifican” sus tierras, como si el dinero pudiera comprar la vida que se nos arrebata tan descaradamente.
Lamentablemente no pude quedarme hasta el final, pero creo que ya estaba todo dicho. Salí indignada, avergonzada y dolida por tanta hipocresía, por el manoseo, por la corrupción que se respira en el aire, tan contaminante como el cianuro.
Y como diría el flaco Spinetta, “esta es la corteza donde el hacha golpeará”… sigan golpeando… el río callará cuando se seque, pero no mientras tenga una gota de agua que se pueda defender.
* DNI 21.445.989
Paradójicamente el día anterior a este evento, se produjo una rotura en el mineraloducto de Minera La Alumbrera que va de Catamarca a Tucumán, filtrándose los minerales concentrados a la tierra y a las napas de agua, y no es el primero. Castrillo nos dice que las empresas pueden manejar el riesgo y contener la contaminación… ¿cómo se contiene esto? ¿pagando una multa? ¿con obras de caridad? ¿Con donaciones a los colegios? El dinero no limpia las aguas que la gente bebe…
Vergüenza me dio escuchar que “la minería de galería es más peligrosa que la de Cielo Abierto, porque se pueden provocar derrumbes”, que la “minería a cielo abierto (además de ser más barata) es más saludable para el trabajador”… se olvidó de decirnos que no es más saludable para el pueblo que la rodea, se olvidó de contarnos por qué en Chile hubo que trasladar poblaciones enteras para alejarlas de las excavaciones mineras, porque la gente se enfermaba por aspirar sus polvos y sus tóxicos, se olvidó de contarnos de las enfermedades respiratorias, el cáncer y los abortos espontáneos… a esta altura de nuestra tecnología, me parece más fácil de prevenir un derrumbe…
“Las normas que prohíben son ilógicas y producto del miedo”. Sí, tenemos miedo Dr. Castrillo, tenemos miedo de que nuestra vida esté en manos de un grupo económico al que sólo le interesa llevarse el oro y dejarnos la contaminación, la enfermedad y la pobreza, pero el miedo no nos paraliza… nos hace más fuertes… y menos “ilógicos”.
Vergüenza me dio escuchar la pobre defensa de la Sra. Yappert, leyendo un Power Point de esos que se bajan de YouTube o se comparten por el Facebook, una presentación que dejaba bastante que desear al lado de otros trabajos mejor hechos, leyendo un discurso pobremente armado con palabras ininteligibles cuya conclusión rezaba que “el cianuro no es dulce de leche, y el mercurio no es leche Nido”, textual, no miento…
Nadie habló del agua que consumen los mega monstruos, de cómo secan las napas y los ríos dejando pueblos enteros sin recursos, nadie habló de la energía que requieren, de cómo se proyectan grandes obras hidroeléctricas que seguirán embalsando nuestros ríos para alimentar de energía a las mineras, de cómo se dinamitarán glaciares, de cómo se quemará el carbón de Río Turbio para generar electricidad para las mineras santacruceñas, sin importar la polución ni el calentamiento global, de cómo se irá el gas que necesitamos importar de Bolivia para calentar nuestros hogares.
Nadie mostró fotos de los paisajes desolados por donde pasan las mineras, de donde antes existían montañas con miles de años de evolución geológica, de cómo desaparecieron de un día para el otro ante los ojos vidriosos y empolvados de sus habitantes.
Sí se habló de la “rentabilidad”, de las pocas regalías que nos dejan, de los escasos beneficios económicos para los habitantes que “sacrifican” sus tierras, como si el dinero pudiera comprar la vida que se nos arrebata tan descaradamente.
Lamentablemente no pude quedarme hasta el final, pero creo que ya estaba todo dicho. Salí indignada, avergonzada y dolida por tanta hipocresía, por el manoseo, por la corrupción que se respira en el aire, tan contaminante como el cianuro.
Y como diría el flaco Spinetta, “esta es la corteza donde el hacha golpeará”… sigan golpeando… el río callará cuando se seque, pero no mientras tenga una gota de agua que se pueda defender.
* DNI 21.445.989
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