Por Ángel Daniel Morales
El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la “Gazeta de Buenos Aires”, el primer periódico de la etapa independentista argentina. En ese momento, la Primera Junta había favorecido su fundación porque creía necesario anunciar al público los actos oficiales y las noticias exteriores y locales. Más tarde, en 1938 y durante el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba, se estableció el 7 de junio como el “día del periodista”, en recuerdo de aquel primer medio de prensa con ideas patrióticas.
El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la “Gazeta de Buenos Aires”, el primer periódico de la etapa independentista argentina. En ese momento, la Primera Junta había favorecido su fundación porque creía necesario anunciar al público los actos oficiales y las noticias exteriores y locales. Más tarde, en 1938 y durante el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba, se estableció el 7 de junio como el “día del periodista”, en recuerdo de aquel primer medio de prensa con ideas patrióticas.
Pasaron casi doscientos años; hubo cambios políticos, económicos y sociales de todo tipo y, sin embargo, este 7 de junio la Argentina vuelve a festejar un nuevo día del periodista. Pero: ¿qué es el periodismo? Según la definición, es una actividad que se basa en recolectar, elaborar y publicar información relativa a la actualidad.
Es interesante destacar la noción de “elaboración” ya que el periodista no trasmite la información como la capta, sino que primero elabora la noticia, según su criterio, y luego la da a conocer a la opinión pública. De este modo, se puede inferir que actualmente estamos en presencia de un periodismo interpretativo y de opinión. El periodista no copia la realidad tal cual es, sino que la construye. A partir de su manera de ver y de interpretar, construye acontecimientos. Esa construcción de la información (el modo de narrar la información) puede –o no- ejercer una gran influencia sobre la opinión pública.
Un poco de historia
Según Rafael del Villar Muñoz[1] existen, históricamente, dos perfiles de periodistas bien definidos y la emergencia de un tercero. El primer perfil es el Periodista informador, y corresponde al periodismo tradicional dirigido a las necesidades de una sociedad homogénea (construida a partir de un mito de referencia simbólico, que son los medios masivos), que le interesa básicamente el desarrollo de la información. En esta primera etapa, los medios de comunicación a los cuales se exponen los consumidores eran escasos y el consumidor era construido como masivo. Aquí, el “cómo informar” era constituido a partir de una tecnología comunicacional, y de producción periodística, que tomaba como referencia los saberes comunicacionales de la época, explicados a un público masivo de exposición selectiva (o de predisposición selectiva), que era posible de persuadir en el caso de los indecisos.
El segundo perfil surge en la década del setenta; se define como Periodismo crítico e introduce a las ciencias sociales como una herramienta descriptora de la realidad sociocultural. Este perfil estuvo acompañado del pensamiento crítico en esa década como instancia de oposición a la manipulación (percibida o ensoñada) de los aparatos ideológicos. Las preocupaciones en ésta etapa pasaban por relativizar e inteligibilizar la producción y distribución de los medios: la propiedad de lo medios, las estructuras ideológicas presupuestas, la articulaciones de los aparatos ideológicos de estado, entre otros; siempre reconociendo este poder invisible del poder periodístico.
Lo que viene
Finalmente, el tercer perfil, el Emergente, se produce en la postmodernidad (globalización y diversidad). Según varios teóricos, actualmente hemos atravesado una nueva ruptura epistémica donde los procesos de transformación de la producción y del consumo han generado un cambio en la forma de funcionamiento de la realidad sociocultural. Para analistas como García Canclini y Jesús Martín Barbero, se ha producido un desplazamiento de la comunicación pública a la comunicación en la vida cotidiana, como eje de referencia simbólico-hegemónica. Es decir, los diagnósticos al respecto constituyen ya un “saber adquirido” respecto a los macro-procesos de funcionamiento sociocultural producidos por la globalización y la diversificación cultural.
El surgimiento de las nuevas tecnologías comunicacionales -Web Blogs; sitios de Internet; celulares con cámara; comunicación satelital; TV por cable; DVD; video-juegos on line; PC multimedias; etc.- han multiplicado la producción de la diversificación cultural. Lejos de homogeneizar las propuestas culturales, hoy en día la globalización se traduce en un aumento de la diversidad de oferta audiovisual.
En éste contexto, es casi imposible regresar a aquel perfil de Periodista informador y/o Crítico que dirigía su discurso a un consumidor masivo que sólo “leía” un texto sin tener una capacidad de lectura hipertextual, fragmentada y de interpretación. En nuestros días, los consumidores están hipersegmentados. Entonces, es necesario tener en cuenta los archivos de mundo de los diferentes segmentos. Al presente, las variables de edad, sexo y ocupación pasan a ser tan importantes como las socioeconómicas.
Muchos analistas creen que si el periodismo de hoy quiere seguir siendo eficiente deberá incluir a su lector en su discurso. Pero para eso, a los periodistas no les quedará otra salida que convertirse en investigadores. Es decir, sólo un científico social (sociólogo, antropólogo, psicoanalista y semiólogo) de la comunicación puede enfrentar el desafío de estudiar los archivos de mundo de sus lectores, y en función de sus consumos presupuestos, elaborar los textos periodísticos.
La ausencia de un marco de referencia en común hace que el periodista (del siglo XX) no pueda encontrar un saber constituido sólido para construir sus textos. De allí la emergencia del perfil del investigador científico (y a la vez artístico). El marco antropológico, psicoanalítico y sociológico le permitirá al periodista del siglo XXI conocer los mundos posibles de sus consumidores.
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1 Comentá esta nota:
La nota de Angel Daniel Morales sobre el rol del periodista es inteligente e importante. Creo que debemos tenerla en cuenta permanentemente, agarrar los libros y otros papeles para estar al día; para saber que la geopolítica del modernismo está en plena vigencia. Si ntro. trabajo siguiera esas premisas elevaríamos la aportación entusiasta de conocimientos para mejor informar. Abla
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