Por Darío Aranda
Foto: Marcos Villa
Wichís, pilagás y criollos de Formosa resisten el avance del
agronegocios y enfrentan los atropellos de un gobierno feudal. Crónica desde un
territorio de pesares, pero también de luchas.
El hombre recita extractos del himno en voz alta, casi a los
gritos. “Libertad, libertad, libertad…”. De inmediato intercala estrofas. “…A
la noble igualdad…”. Y remata con énfasis: “Para nosotros no hay libertad, y
muchos menos hay igualdad”. Es el cierre de la asamblea de la Interwichi, espacio de
coordinación de ocho comunidades indígenas, en Las Lomitas, Formosa. Y el
discurso brota de Francisco López, 80 años, dirigente wichi, pastor de la Iglesia Anglicana
y encargado ocasional de desnudar los sarcasmos de la argentinidad.
Las Lomitas está ubicada en el centro de la provincia, sobre
la ruta nacional 81, a
cuatro horas de la capital provincial. Fundada en 1914, doce mil habitantes, es
la bisagra entre el oeste del chaco salteño, referenciado en los productores
ganaderos, y el este del Pueblo Guaraní por su vinculación a Paraguay, Misiones
y Corrientes. De ambos lados, los pueblos originarios wichi, pilagá, nivaclé y
qom.
Apretaditos y arrinconados
A menos de diez cuadras del centro de Lomitas, calles de
tierra complicadas, la camioneta avanza a paso de hombre, se hamaca, caminos
más hostiles que en el rally Dakar. Barrio periurbano, comunidad Lote 47, casas
de barro, algunas nuevas de ladrillos y techos de chapa. Un jardín de infantes,
una galería amplia y, lindero, un salón, el espacio de reunión.
Una decena de hombres reciben de pie. Saludos de rigor y una
sillas que aparecen y se reparten para dar comienzo a la ronda de presentación.
Avelino Rodríguez, camisa celeste a cuadros, pantalón azul, 45 años, gorro de
visera. “Algunos dicen que estamos bien, que no nos falta nada. Mire a su
alrededor y usted verá. Por eso salimos a reclamar”, aclara como bienvenida.
No es casual su primera intervención. El gobernador Gildo
Insfrán (vicegobernador entre 1987 y 1994, gobernador desde 1995 hasta la
actualidad, 25 años en el poder), suele resaltar que Formosa fue la primera
provincia en sancionar una ley de reconocimiento a las comunidades indígenas y
afirma que el 99 por ciento de las comunidad tiene título comunitario.
“La ley dice que los pueblos indígenas debemos tener tierras
‘aptas y suficientes’”, explica Rodríguez. Hace un silencio. Y remata: “Acá
somos 60 familias en diez hectáreas. ¿Aptas y suficientes?”. Recuerda que
incluso el cementerio de la comunidad quedó en parcelas que alambró un
empresario.
Mariano López tiene 36 años, camisa roja, jean, 1,70 de
alta, fornido, y le cuesta vencer la timidez. Es de los jóvenes dirigentes, le
piden que hable, y anima. “Es que acá hay señores de mucha plata que se quedan
con nuestra tierras. Hoy no vienen más con armas para matarnos, viene con plata
grande por nuestros territorios. Nos corren, desmontan, estamos apretaditos,
arrinconados. Nos van corriendo hacia el pueblo, para que ya no volvamos al
monte”. Afirma que saben que las leyes están del lado del indígena, pero “no le
importa a ellos”, y engloba a muchos en el “ellos”: políticos, jueces,
policías, empresarios, medios de comunicación. Nota completa
(Nota publicada en la Revista MU de mayo. www.lavaca.org)
Nota relacionada: La directora de “Octubre Pilagá” habló de cómo fue su trabajo
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