Por José Luis Beovidez *
En la última semana estamos en la saludable e inevitable
redención (la oportunidad) de la seguridad pública por parte del Estado. La
ceguera institucional comandada por egoísmos individuales sumado al
desconocimiento total en materia de seguridad y autismo social de la dirigencia
política, añadiendo a ambas partes una necedad excesiva fue el suelo fértil
para que los reclamos históricos del personal subalterno tengan pretensión de
ser escuchados de una buena vez.
En un reciente articulo donde señalé como característica de
la institución policial ser una maquinaria sistémica productora de violencia
publicado el 9 de agosto en Puerta E mencioné “El miedo cesó y en el horizonte
solo veo esperanza…”. Percibo, sin sorpresa pero si con entusiasmo, esa idea
benjaminiana de la dialéctica de la esperanza; en la que en tiempos de absoluto
desconsuelo la esperanza es posible porque no nace de análisis científicos ni
siquiera de análisis políticos sino que se hace presente como un Mesías que en
la tradición apocalíptica judía decía que en cada segundo o cada pequeño
espacio era una posibilidad por la que podía entrar el mesías.
Como manifesté al principio creo que estamos transitando por
una saludable e inevitable redención de la seguridad pública por parte del
Estado. El reconocimiento público del reciente subsecretario de seguridad José
Glinsky, sucesor del otrora brillante joven dasnevista Carmona, de que se debía
llevar a cabo un trabajo de base para solucionar un conflicto originado hace
muchísimas gestiones y reconociendo la legitima deuda a los empleado es una
muestra de que en los horizontes existen esperanzas de redención. Espero que la
dirigencia política no deje pasar esta histórica oportunidad a pesar del tapón
pedante del Ministro Touriñan, lo de tapón no hace referencias a su altura sino
a ser un elemento obturador para la resolución del conflicto. Va más lejos, la
demanda aglutinante era salarial pero lo reivindicativo es más amplio y
profundo: el abandono de la seguridad pública por parte del Estado. Único
responsable que debe garantizar la seguridad de la ciudadanía.
Un nuevo actor colectivo rompió las limitaciones que impone
el miedo para pasar a escena a exigir protagonismo no solo de manera decorativa
y figurativa parado en una esquina sino que pide ser escuchado. Es tarea
política emprender su organización y participación en el proceso transformador.
El 26 de agosto la presidenta en Diario Registrado habló de la necesidad de
tener más articuladores para la organización social. Espero que el “oído
político” prime ante la necedad intransigente.
* Trelew, DNI 24 133 899
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