miércoles, agosto 08, 2012

Opinión: “La producción de la violencia. A dos años del asesinato de Manquepan”


Por José Luis “Pipin” Beovidez *

Ayer se cumplieron dos años del asesinato de Néstor Manquepan, un joven policía de 24 años. El presente lo escribí hace exactamente dos años, fruto de la bronca e impotencia de lo acontecido. En ese momento se difundió por rawsonline y con un seudónimo. ¿Por qué? Por temor.  Hoy se los envío a Ustedes con mi nombre y apellido y sin correcciones desde que mi “pluma” lo produjo. El miedo cesó y en el horizonte solo veo esperanza. Miedo y esperanza. Variables conceptuales para trabajar temas de religión no?

No más Manquepan, no más Antillanca. No más violencia.

¿Cuál es la formación en democracia de un policía? ¿No es parte de un tema más globalizador que es la inseguridad social?

El artículo está destinado especialmente a los no policías, aquellas personas que desconocen la retrograda, anacrónica e inhumana formación que tiene en un gobierno democrático los agentes de Policía. Una especie de embudo en la cual la propia institución corrompe a las personas; con el solo hecho de contemplar la corrupción, te convertís en un cómplice.  Además, existe el error a pensar que Policía es solo un asunto de Policías. No es así, es hablar de seguridad social, incluye a todos.

Es fundamental aclarar que el término “vocación” se deja de lado por considerarlo abstracto a nuestra realidad social. Los que actualmente se encuentran en la pirámide de la jerarquía policial en sus comienzos seguramente han tenido una imagen idealizada del policía, ya que en una sociedad cruelmente castigada por los constantes regímenes militares, veían en ellos a un “hombre fuerte y respetable” ante una sociedad inmovilizada por el miedo o fuertemente castigada por la acción de su compromiso.
Necesaria la aclaración pues, en los cursos de policías la constante muletilla de la palabra “vocación” es en realidad una manera elegante de justificar una práctica anacrónica.

En la formación de policías se conjugan factores que es importante analizar. Primero, en su mayoría son jóvenes que, debido a una necesidad imperiosa de estabilidad laboral recurre a Policía para sentirse cobijado. Segundo, y yuxtapuesta a la anterior la Institución lo aísla de la sociedad, inclusive de su familia; los cursos de preparación- oficial o agente- son densos en la carga horaria, precisamente no es para leer sobre fundamentos democráticos. La Institución se propone:

“Lavarle la cabeza”. ¿Cómo es esto? Castigar arbitraria y caprichosamente al ingresante; el ingresante es consciente que por un tiempo considerable está expuesto. No importa que el castigo sea justo o no, sino que su finalidad es hacer inofensivo al futuro agente posiblemente nocivo, aislar cualquier sentimiento de subversión. Esta intensidad y visibilidad del castigo que reciben los ingresantes marcan en la memoria lo que se espera de ellos. La obediencia tiene sus frutos, aparejado a esto:

La institución recibe al nuevo agente como uno más en la “gran familia”. El término familia también es altamente repetido. Igual que “jerarquía”, ya que, como señalan, en todo lazo social existe, por lo tanto es incuestionable.

El prolongado aislamiento social, el permanente maltrato físico como psicológico marcan su formación policial. ¿Cuál es? Desestructurarlo lo que más pueda de su vida anterior. No es casual que existan tantos divorcios de aspirantes que estén haciendo el curso. La endogamia es muy fuerte en la institución. Otra manera de desestructurarlo es crear en el aspirante una cosmovisión alejada de la realidad, Policía te ofrece todo con la única condición de que te muestres indiferente en asuntos públicos y neutralidad en los asuntos políticos e institucionales. Brutalidad e ignorancia son indispensables para el aislamiento y el alejamiento de relaciones sociales fuera del ambiente policial. Otra manera es, desarraigarlo de la ciudad de origen para enviarlo a una totalmente desconocida por el nuevo agente.

Solo así, me atrevo a decir que es comprensible la actitud del jovencísimo policía asesinado en Comodoro Rivadavia. El sentido común marca, que ante la coyuntura: dos bandas enfrentadas, uno como ciudadano no debe involucrarse. Aquí se demuestra lo anterior expuesto. La formación policial aleja al futuro agente de la realidad. Del sentido común ciudadano al más común de los sentidos para el policía.

Generalmente cuando éste toma consciencia que no es el idílico mundo de fantasía ya es tarde: desestructurado emocional, psicológica y, económicamente- no son pocos que, a los pocos meses de ingresar contraen importantes prestamos. Además, el sistema es muy personalista, se presta para delaciones, chupamedismos ante tu jefe para conseguir ciertos favores. Esto se debe a la carencia de un lugar común y, reglamentado objetivamente para hacer reclamos. Si no actúas como la norma policial marca, caes en lo más bajo no solo como trabajador sino como persona. Es así que el denominador común del subalterno sea el miedo.

Es innegable ante esta situación que haya un cambio real, el policía es muy maltratado por la sociedad pero además dentro de la Institución , careciendo de un lugar neutral donde se escuchen sus reclamos. Los formadores intelectuales y ejecutores en la formación del joven asesinado deben sentirse responsable del homicidio,  por la acción suicida de este joven. Fue inducido por ellos al autismo de la realidad social.

* DNI 24 133 899.
Sipolch. Por una policía democrática, humanizada, desmilitarizada y profesionalizada.

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