domingo, abril 07, 2013

“El árbol y el bosque”, por Darío Aranda



Por Darío Aranda

Informes oficiales y de investigadores explicitan el saqueo del monte nativo. En Argentina se arrasan 36 canchas de fútbol por hora. El impacto ambiental y social del desmonte.

 “Los árboles son sagrados, no se tocan”
Cristina Fernández de Kircher (15/2/2013)

Entre 2004 y 2012 las topadoras arrasaron 2.501.912 hectáreas, el equivalente a 124 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires. Otra forma de decir lo mismo: en Argentina se arrasan 36 canchas de fútbol por hora. Los datos surgen del cruce de relevamientos oficiales y de oenegés. El último informe de la Secretaría de Ambiente de la Nación relevó el período 2006/2011y contabilizó que se arrasaron 1.779.360 hectáreas de monte nativo. La causa, tan obvia como impune, el avance de la frontera agropecuaria, con cultivos transgénicos (soja y maíz) y la ganadería intensiva. El desmonte no es solo impacto ambiental, también implica conflictos por la tierra, represiones y asesinatos de campesinos e indígenas.

Paisaje monótono

La ruta 34 une la capital de Santiago del Estero con Salta. Impacta el paisaje homogéneo. Cultivo intensivo, soja alternada con maíz, más soja, y más maíz y más soja. Sólo alterada por la transición entre monte y cultivo: filas de troncos apilados, aún humeando, arrasados para abrir camino a más soja. Ni pasto queda. El monótono paisaje no distingue fronteras. El sur y noreste de Salta es idéntico. Se repite en Chaco y Córdoba. Todas provincias que conocieron del “corrimiento de frontera agropecuaria”.

Las estadísticas de deforestación son una explicitación de ese avance.

En pleno conflicto por la resolución 125, marzo de 2008, la Secretaría de Ambiente de la Nación difundió el informe “El avance de la frontera agropecuaria y sus consecuencias”. Detalla que entre 2002 y 2006 se arrasaron 1.356.868 hectáreas. Un promedio anual de 339.217, al mes 939 hectáreas. Cada hora se deforestaron en Argentina 39 canchas de fútbol.

“Una de las causas principales actuales de pérdida de los bosques nativos es sin duda el avance de la frontera agropecuaria. Miles de hectáreas son desmontadas para el cultivo de diferentes especies agrícolas, en particular de la soja, en los últimos diez años”, afirmó la Secretaría de Ambiente y puntualizó en los efectos: aumento de la erosión y desertificación, pérdida de la regulación de aguas superficiales y del subsuelo, disminución de la calidad del agua, pérdida de la diversidad biológica, migración de la población hacia los centros urbanos, pérdida de valores culturales.

El ranking de deforestación estuvo encabezado por Santiago del Estero (515.228 ) y Salta (414.934). Lejos, tercero, Chaco: 127.491 hectáreas.

En junio de 2012, otro documento oficial confirmó que la pérdida de monte continuaba. “Monitoreo de la superficie de bosque nativo”, es el nombre del informe realizado por la Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal (Umsef) de la Dirección de Bosques de la Nación. Relevó el periodo 2006-2011 las regiones del Parque Chaqueño, Selva Misionera y Selva Tucumano Boliviana.

Detalló la pérdida de 1.779.360 de hectáreas. Un promedio de 34 hectáreas por hora. Santiago del Estero 701.030 hectáreas. Salta, 440.943. Chaco 168.588. Formosa 174.340.

De ese 1,7 millones de hectáreas, 932.109 fueron arrasadas luego de aprobada la Ley de Bosques (26.331), que –justamente– prohíbe desmontar.

“En las provincias los procesos de pérdida de superficie de bosque nativo fueron causados principalmente por el avance de la frontera agropecuaria. Las imágenes satelitales ponen de manifiesto la existencia de nuevos cultivos, que en varias oportunidades corresponden a soja”, reconoce el informe oficial y advierte: “La sostenibilidad de los altos precios internacionales, en los últimos años, posibilitó la perdurabilidad e incluso la intensificación en la producción de productos de consumo masivo a nivel internacional, como la soja, avanzando territorialmente sobre nuevas tierras antes impensadas para prácticas agrícolas por la presencia de índices de productividad agroclimáticos bajos. De esta manera, se expandió la actividad sojera desde el norte de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, especialmente a provincias como Santiago del Estero, Chaco, Tucumán y Salta, pese a las limitaciones climáticas”. Nota completa


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