Sundance, Ethel sirviendo el té, y Butch, en la parte posterior de la cabaña en Cholila, foto de Donna y Paul Ernst, sobrino bisnieto de Sundance
Los tres jóvenes adultos desembarcaron en Buenos Aires procedentes de Nueva York en marzo de 1901. Debieron sentirse atraídos por los avisos aparecidos en diarios estadounidenses sobre la posibilidad de obtener tierras para quienes se radicaran a poblar el suelo patrio, fechas en que la prestigiosa revista National Geographic publicaba artículos sobre la Patagonia. O acaso los influenció el tráfico de noticias entre las colonias galesas desplegadas en los dos países, animado por los trascendidos de la corriente migratoria norteamericana a la Argentina que fluyera desde la segunda mitad del siglo XIX. Por cierto, los dos hombres iniciaron los trámites para que el Estado les adjudicara dos mil quinientas hectáreas en un valle de la franja precordillerana de Chubut, mientras la Corona de Inglaterra laudaba la disputa de las fronteras con Chile. Remarcables vaqueros y conocedores de las faenas ganaderas, se dedicaron a la crianza de vacunos y lanares, encajándole a la herencia de un tío el origen de la fortuna que trajeran consigo, un millón y medio de dólares al cambio presente, botín de las operaciones que jalonaran sus antecedentes en la pandilla salvaje que asolara los Estados Unidos. (2)
Butch (primero de la izquierda), y Sundance y Ethel Place (los dos últimos de la derecha) frente a las cabañas de Cholila, foto colección familia Jones, Argentina)
Nieta de Manuel José Cea, quien frecuentara a los asaltantes que sigilosamente rehacían su existencia como insospechables rancheros, e hija de Raúl Víctor Cea, fallecido el año pasado, distinguido vocero de la memoria oral de la zona, Toti prepara la edición de las memorias de su padre. Las evoca en un tono pausado y didáctico, al amparo del centenario molino de trigo que asoma en la cabecera de sus campos, ahora bajo las inclemencias del escándalo climático, azotados por vientos fríos, en la crudeza de un otoñal comienzo de verano. Ha recopilado textos, fotos y mapas, de los cuales una muestra puede verse en el restaurante (parrilla) Butch Cassidy que posee con su marido en Cholila, el pueblo cercano al ignoto escondite de los bandidos yanquis, cuando intentaran redimirse ocupándose de tareas rurales
Croquis realizado por el arquitecto Ramiro Porcel de Peralta
De sus dos cabañas erigidas con maderas de ciprés horizontalmente encastradas, hoy queda una sola en pie, inicialmente de tres habitaciones, destinada a la pareja de Enrique y Ethel Place, y dos construcciones de un solo ambiente, agregadas ulteriormente por los habitantes que los sucedieron, todo a la sombra de álamos y saucos. Los planos elaborados por el arquitecto Ramiro Porcel de Peralta, dictados por Cea en septiembre de 2001, testimonian de corrales y caballerizas protegiéndolos de cualquier ataque, vinculados por un túnel con el río Blanco y el arroyo que se le une en las inmediaciones, susceptibles vías de escape hacia los lagos, bosques y montañas. “Sus cabezas estaban a precio y no solo temían que los atraparan los cazadores de recompensas, no hay que olvidar tampoco que en aquella época había mucho cuatrerismo y criminales que mataban y se llevaba los animales a balazos”, indica Toti Cea. Leer más
Todas las fotos están disponibles en www.puertae.com.ar
* http://www.juangasparini.com/
http://en.wikipedia.org/wiki/Juan_Gasparini
Por Juan Gasparini *
Nadie es dueño de las 6 hectáreas donde hace un siglo se instalaran las cabañas de los famosos bandoleros estadounidenses, en los confines australes de Argentina. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aprobó hace 5 años un préstamo para convertirlas en un atractivo turístico, proyecto supuestamente estancado por la ausencia de documentos de propiedad sobre esa parcela todavía sin nombre. Las únicas pruebas materiales que perduran de la impronta sudamericana reflejada por los personajes que Paul Newman y Robert Redford protagonizaran en el cine, dan la impresión de extinguirse en un paraje escondido, a los pies de la cordillera de los Andes.
“Es increíble, un banco quiere financiar la preservación del sitio en el que vivieran los más peligrosos ladrones de bancos del far west, y misteriosamente no se concreta”, lamenta Inés Mirta Toti Cea, descendiente de chilenos vecinos de los temerarios forajidos, quienes entre 1901 y 1905 residieran en el agreste norte de la provincia argentina de Chubut, bajo las falsas identidades de Santiago Ryan y Enrique Place. Los acompañaba Ethel Place, oficialmente la esposa de Sundance Kid, presunta mujer en concordia del triangulo amoroso, versión acreditada por el periodista ingles Bruce Chatwin, e insinuada por Katherine Ross durante la película que realizara George Roy Hill en 1969. Bella y de notable puntería, amazona, revindicaba una formación de maestra escolar, trasmite Victorina Toly Acheritobehere, familiar del extinto Vicente Calderón, sumado al vecindario luego de la partida de los audaces pistoleros. (1)
Cabaña de Butch Cassidy, hasta ahora dada por robadaNadie es dueño de las 6 hectáreas donde hace un siglo se instalaran las cabañas de los famosos bandoleros estadounidenses, en los confines australes de Argentina. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aprobó hace 5 años un préstamo para convertirlas en un atractivo turístico, proyecto supuestamente estancado por la ausencia de documentos de propiedad sobre esa parcela todavía sin nombre. Las únicas pruebas materiales que perduran de la impronta sudamericana reflejada por los personajes que Paul Newman y Robert Redford protagonizaran en el cine, dan la impresión de extinguirse en un paraje escondido, a los pies de la cordillera de los Andes.
“Es increíble, un banco quiere financiar la preservación del sitio en el que vivieran los más peligrosos ladrones de bancos del far west, y misteriosamente no se concreta”, lamenta Inés Mirta Toti Cea, descendiente de chilenos vecinos de los temerarios forajidos, quienes entre 1901 y 1905 residieran en el agreste norte de la provincia argentina de Chubut, bajo las falsas identidades de Santiago Ryan y Enrique Place. Los acompañaba Ethel Place, oficialmente la esposa de Sundance Kid, presunta mujer en concordia del triangulo amoroso, versión acreditada por el periodista ingles Bruce Chatwin, e insinuada por Katherine Ross durante la película que realizara George Roy Hill en 1969. Bella y de notable puntería, amazona, revindicaba una formación de maestra escolar, trasmite Victorina Toly Acheritobehere, familiar del extinto Vicente Calderón, sumado al vecindario luego de la partida de los audaces pistoleros. (1)
Los tres jóvenes adultos desembarcaron en Buenos Aires procedentes de Nueva York en marzo de 1901. Debieron sentirse atraídos por los avisos aparecidos en diarios estadounidenses sobre la posibilidad de obtener tierras para quienes se radicaran a poblar el suelo patrio, fechas en que la prestigiosa revista National Geographic publicaba artículos sobre la Patagonia. O acaso los influenció el tráfico de noticias entre las colonias galesas desplegadas en los dos países, animado por los trascendidos de la corriente migratoria norteamericana a la Argentina que fluyera desde la segunda mitad del siglo XIX. Por cierto, los dos hombres iniciaron los trámites para que el Estado les adjudicara dos mil quinientas hectáreas en un valle de la franja precordillerana de Chubut, mientras la Corona de Inglaterra laudaba la disputa de las fronteras con Chile. Remarcables vaqueros y conocedores de las faenas ganaderas, se dedicaron a la crianza de vacunos y lanares, encajándole a la herencia de un tío el origen de la fortuna que trajeran consigo, un millón y medio de dólares al cambio presente, botín de las operaciones que jalonaran sus antecedentes en la pandilla salvaje que asolara los Estados Unidos. (2)
Butch (primero de la izquierda), y Sundance y Ethel Place (los dos últimos de la derecha) frente a las cabañas de Cholila, foto colección familia Jones, Argentina)
Nieta de Manuel José Cea, quien frecuentara a los asaltantes que sigilosamente rehacían su existencia como insospechables rancheros, e hija de Raúl Víctor Cea, fallecido el año pasado, distinguido vocero de la memoria oral de la zona, Toti prepara la edición de las memorias de su padre. Las evoca en un tono pausado y didáctico, al amparo del centenario molino de trigo que asoma en la cabecera de sus campos, ahora bajo las inclemencias del escándalo climático, azotados por vientos fríos, en la crudeza de un otoñal comienzo de verano. Ha recopilado textos, fotos y mapas, de los cuales una muestra puede verse en el restaurante (parrilla) Butch Cassidy que posee con su marido en Cholila, el pueblo cercano al ignoto escondite de los bandidos yanquis, cuando intentaran redimirse ocupándose de tareas rurales
De sus dos cabañas erigidas con maderas de ciprés horizontalmente encastradas, hoy queda una sola en pie, inicialmente de tres habitaciones, destinada a la pareja de Enrique y Ethel Place, y dos construcciones de un solo ambiente, agregadas ulteriormente por los habitantes que los sucedieron, todo a la sombra de álamos y saucos. Los planos elaborados por el arquitecto Ramiro Porcel de Peralta, dictados por Cea en septiembre de 2001, testimonian de corrales y caballerizas protegiéndolos de cualquier ataque, vinculados por un túnel con el río Blanco y el arroyo que se le une en las inmediaciones, susceptibles vías de escape hacia los lagos, bosques y montañas. “Sus cabezas estaban a precio y no solo temían que los atraparan los cazadores de recompensas, no hay que olvidar tampoco que en aquella época había mucho cuatrerismo y criminales que mataban y se llevaba los animales a balazos”, indica Toti Cea. Leer más
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